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Verano de los 17 años.

· La Herida ·

ANYA FORGER:

Ahi estaba el.
Jodidamente atráctivo.
Me superaba en estatura, una diferencia enorme.

- ¿Por qué me estas mirando? - Preguntó aquel chico peliverde de ojos color miel.

Aquello me hizo sonrojar de vergüenza.

- ¡No te estaba mirando, idiota! - Respondí ruborizada.

Nos encontrábamos fuera del edificio, en el pequeño patio trasero del colegio.
Hicimos un trabajo juntos.
No lo malinterpreten, el profesor nos puso juntos debido a nuestro odio mutuo.

- Sigue trabajando, Forger - Habló el chico.

- ¡Eso hago! - Exclamé.

El segundo era molesto.
Muy molesto.
Se burlaba de mi (diariamente) sobre mi poca altura.
Aquel era demasiado alto o yo era muy pequeña.
Mido 1.56 y el segundo 1.82

- Deja de gritar, diminuta -

- Poste de luz - Dije.

Asi era nuestra relación.
El me insultaba y yo me defendía insultandolo igual.

Después de unos minutos (casi una hora) terminamos aquel proyecto y nos pusimos de pie.

- ¿Quieres entregarlo ahora? - Preguntó mientras sostenía nuestro trabajo.

- Es muy pronto - Respondí - Entreguémoslo mañana -

- De acuerdo -

Dicho eso, entramos al edificio.
Caminamos por los pasillos hasta llegar a las habitaciones.

- Dejaré el trabajo en mi habitación, ¿te molesta? - Preguntó.

- No, de hecho me parece bien - Respondí con una sonrisa amistosa.

Entró a la habitación por lo cual me quedé fuera de aquella.
Hizo un movimiento con la cabeza diciendo que entrará.
Y cumplí con su órden.
Al entrar, quede admirando cada esquina del cuarto.
Era enorme.
El segundo tenía un gran gusto en decoración.
Todo parecía estar limpio y ordenado.

- Puedes sentarte, dejaré el trabajo en la mesa - Habló.

Yo asentí y me senté sobre un sofá que se encontraba al lado de la entrada.
Seguía admirando la habitación hasta que escuche un objeto de vidrio caer al suelo y romperse.

- ¡Mierda! - Gritó aquel.

Me levanté rápidamente del sofá y fui hacia el sonido.

- ¿Qué sucedio? - Pregunté.

Pude notar trozos de vidrio en el suelo y la mano del chico sangrar.

- Solo fue un accidente insignificante, no te preocupes y aléjate de los vidrios - Dijo mientras tomaba su mano herida.

- ¡Eres muy torpe! - Grité y tome su mano - ¿Te duele mucho? - Pregunté y lo mire a sus ojos amarillentos.

Sus ojos encontraron los míos y quedamos así unos segundos mientras yo tomaba su mano, seguía sangrando.
Reaccioné y recordé el incidente.

- Segundo - Lo llamé.

- ¿Qué? -

Volví a mirarlo y note su vista cansada.
Había estado esforzándose mucho con los proyectos durante la semana.

- ¿Tienes un botiquín? - Pregunté y mire su mano.

- En el armario - Respondió.

- Siéntate, iré por el - Dije y me aleje para ir hacia el armario que aquel menciono.

Tome el botiquín y alcé mi vista al chico que se encontraba sentado en el sofá de antes.
Fui hacia el y me puse de cunchillas frente a el para estar a la altura de su mano herida.
Ligeramente, tome su mano y comenzé con la desinfección.
Sentí la mirada penetrante del segundo y eso hizo que me pusiera nerviosa al instante.
Termine el acto cubriendo la herida con vendaje y me paré quedando a la altura de su cabello verde oscuro.
El me miro a lo cual yo correspondí esa mirada.

- Bueno, estás curado - Dije rompiendo el silencio incómodo que había en la habitación.

- Gracias, Anya - Habló el chico.

Se levantó de aquel sofá, quedando a una altura a un mayor que la mía.

- Enana - Dijo con un tono burlón.

- ¡Cállate! - Exclamé.

Y todo volvió a la normalidad.
Con insultos y miradas de enfado mutuamente.

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SI JUNTAMOS LAS ESTRELLAS - wwoppo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora