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ANYA FORGER.

· ¿Hablar? ·

Semanas.
Semanas sin hablar.
Tres malditas semanas.

Cada día era peor.
Cada día más roto estaba mi corazón.

Más silencio en los pasillos.
Más silencio en las aulas.
Más silencio en el colegio.
Más silencio entre nosotros.

Quiero hablar con el.
Quiero abrazarlo.
Quiero decirle que todo está bien.
Quiero decirle que lo quiero.
Quiero que no se aleje.
Quiero estar con el.

— ¿Han hablado? — Preguntó Becky.

Negué con la cabeza.

— Por Dios, ¡Anya! — Exclamó — ¡Si no das tu el primer paso, el tampoco lo hará! —

Decidí ignorar a Becky y nos fuimos a clase.
Seguía matemáticas.

— Tomen asiento — Ordenó el profesor.

— Pasaré a algunos para que resuelvan lo que está en la pizarra —

Mierda.

— Anya Forger —

Te odio, mundo.

Me levanté de mi asiento y fui hacia el profesor.

¿Por qué siempre me elige a mi?

— Espero haya estudiado — Amenazó el profesor.

Vi aquellos problemas.
Los alcanzaba perfectamente.

No sabia que hacer.
Puedo jurar que pasaron minutos, cuando en realidad fueron limitados segundos.

Y fue cuando recordé.
Recordé aquella lección de matemáticas que hice con el segundo.

Sentí mis ojos arder.
Estaba por llorar.

— ¿Qué espera? ¡Responda! — La voz del profesor me distrajo.

Comenzé a escribir en la pizarra.
Solo seguía las palabras del segundo que recordaba de aquel día.

Había terminado.

El profesor revisó la operación con aquella mirada fulminante que me daba escalofríos.

— ¿Qué es esto? — Preguntó aquel señor.

Estaba por disculparme hasta que..

— Está correcto, Forger —

...

¿Qué?

— ¡Si, Anya! — Escuché los ánimos de mi amiga pelimorada.

— Felicidades, puede tomar asiento — Dijo el profesor.

¿Esto estaba pasando?
¿Lo logre?
¡Lo logre!
¡Lo hice!
¡Logre responder correctamente un problema de matemáticas!

Y todo gracias a Damián.

Damián, pocas veces pronunció tu nombre.

— Lo lograste — Una voz ronca se escuchó detrás de mi asiento.

Segundo.

Mire a aquel chico.

Por fin, podía mirar esos ojos color miel que hacían que olvidará mi realidad.

Miraba esos ojos que hace tres semanas no veía.

— Estoy orgullosa de ti — Habló Becky.

Sonreí con alegría y fijé mi mirada a la gran pizarra.
Aquella pizarra con un problema matemático resuelto por mi.

°°°

Salí de aquella clase.
Estaba feliz.
Muy feliz.

Logre hacer algo que jamás creí lograr.

— ¿Podemos hablar? — Preguntó el segundo.

Me habló.
Me habló primero.

Mire a la pelimorada que se encontraba a mi lado y sonrió.

— Ve — Dijo.

Volví a mirar al chico que tenía una expresión seria y con cansancio.

— Está bien — Le respondí a aquel.

Caminamos por todo el pasillo para llegar a una pequeña habitación donde era el club de Ajedrez.

Nunca había entrado aquí.

— ¿De qué quieres hablar? — Pregunté confundida.

— De nuestra distancia —

...

¿Problemas o soluciones?

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SI JUNTAMOS LAS ESTRELLAS - wwoppo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora