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DAMIAN DESMOND

· La ayuda ·

- ¡Su alteza! ¿Qué le sucedió? - Preguntó Ewen refiriéndose a mi mano vendada.

- Hubo un accidente en mi habitación, Forger me ayudó - Respondí.

Aquel se quedó pensando unos momentos.
Luego de un rato, contestó.

- ¿Habla de la plebeya? - preguntó.

Yo asentí sin vergüenza.
Después de todo, Anya fue amable, debería devolverle el favor.

- Pensé que la odiaba - Dijo, aún sorprendido por la confesión.

¿La odiaba? No, no lo hacia.
Hace tiempo deje de verla con enfado y siento algo diferente ahora.

- Las personas cambian, Ewen - Dije.

Mire al costado y la vi.
Vi a la chica de pelo largo, rosado.
Estatura pequeña y ojos enormes, verdes, para ser exactos.
Su cabello le llegaba hasta sus caderas. Era muy largo.
Se veía suave.

- ¿Alteza? - Alguien preguntó.

Olvide que estaba Ewen frente a mi.

- Está viendo a la plebeya, ¿Se encuentra bien? - Preguntó.

- Estoy bien - Respondí - Tengo que irme, hablamos luego - Me despedí y fui hacia la chica.

Estaba frente a su casillero, buscando algo, al parecer.
Repose mi hombro en un casillero que se encontraba al lado del suyo y crucé los brazos mientras la miraba fijamente.

- Forger - La llamé.

Aquella me miro al instante, sorprendida.

- Joder, Segundo. Me asustaste - Habló.

- ¿Buscas algo? - Pregunté al recordar su acción pasada.

- Mi libreta de física - Respondió - Debe estar por aquí, en algún lado -

- Déjame ayudarte - Dije y la recorrí hacia atrás para poder tener acceso al casillero.

Demonios.
Anya Forger, es una desordenada.
Había un desastre dentro de este el cual impedía identificar a qué materia correspondía cada libreta.

- Necesitas organizarte más, Anya - Dije mientras veía el desastre.

- El orden no se me da bien - Confesó acompañada de una risita penosa, algo tierna.

Después de unos minutos buscando la bendita libreta.
Tuve éxito en la misión y logre encontrarla.

- Toma, pequeña maldición - Dije mientras se la entregaba.

- ¡Gracias! - Sonrió de oreja a oreja haciéndola ver adorable.

- Oye, Forger - La llamé de nuevo - ¿Por qué eres tan diminuta? - Me burlé y desordene su cabello rosado con mi mano.

- Idiota - Me dijo.

Sonreí sin despegar los labios y reí internamente.
Estaba por decir algo pero una tercera voz se unió.

- ¡Anya! - Gritó - ¿Qué haces con este imbécil? - Preguntó refiriéndose a mi.

- Becky - Anya la llamó avergonzada y me miro con las mejillas coloradas.

- ¿Qué le hiciste a mi amiga, Desmond? - Preguntó Blackbell.

- ¡No hizo nada, solo hablábamos! - Habló la chica pelirosada.

- Te veo luego, Forger - Me despedí para después alejarme del lugar.

Que incómodo. Pensé.

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SI JUNTAMOS LAS ESTRELLAS - wwoppo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora