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DAMIAN DESMOND.

· Dolor ·

𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒.
𝐿𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜.
𝐸𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑛𝑎𝑚𝑜𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑚𝑎𝑠.
𝑇𝑒 𝑒𝑣𝑖𝑡𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒 𝑖𝑛𝑐𝑜𝑚𝑜𝑑𝑎𝑠.
𝑁𝑜 𝑙𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑒𝑠𝑎𝑠.

Mis pensamientos se centraron en aquellas frases después de toparme con Anya y Luke abrazados.
Los veía a lo lejos.
Estaban frente al árbol que ordené que plantarán para Anya.

No puedo hacer nada en contra de aquel pelinegro.
Si ella es feliz, yo lo estaré.
Lo estaré aunque no sea conmigo.

Dios, realmente estoy mal.

Mi cabeza dolía.
Tengo la sensación de querer arrancarla de mi cuello.

Estoy cansado.

— ¡Damián!, ¿Cómo estás? — Una voz chillona y femenina me habló.

Por favor, no.

— ¿Podrías darme lecciones de matemáticas? Eres el mejor en esa materia y pensé que... —

— No — Respondí.

Me alejé del lugar buscando algo de silencio.
Quería irme lo más rápido de ahí y no seguir viendo la escena de Anya con el puto imperial, Luke Vaughan.

Vaughan, es reconocido por ser uno de los imperiales más aplicados de nuestra generación.

Diría que es un engreído, pero, no lo es.
Muchas chicas hablan sobre su "gran personalidad" y "buen corazón".
Me encantaría decir que mienten, aunque, mentiría yo.
Lo he visto personalmente, hemos estado a solas y con estudiantes inferiores.

Realmente es un ángel.

Es una gran probabilidad de que tenga enamorado a todo el colegio.
Posiblemente, Anya.

— Alteza Damián — Emile me llamó.

— ¿Mmh? —

— ¿Se encuentra bien? — Preguntó.

— Si, lo estoy — Sonreí.

— De acuerdo, ¿Quiere ir al comedor? — Preguntó de nuevo.

— Iré a descansar, no tengo hambre por el momento, Emile — Respondí.

Aquel asintió y se alejó.
Mi cabeza seguía doliendo.
Lo mejor era descansar en mi habitación.

°°°

— Algo tienes — Afirmó Ewen.

— Carajo, cierra la boca — Dije, debido a mi dolor excesivo de cabeza.

Este solo se levantó de la cama en la que estaba sentado y fue hacia el armario.
Volvió con el maldito botiquín para sacar una caja pequeña.

— Toma — Me tendió la mano con una pastilla en ella.

— Eres un imbécil — Dije y tome la pastilla.

— Lo se — Dijo y dejo el botiquín de vuelta en el armario.

Ewen podía llegar a ser un Idiota pero otras veces, era mi mejor amigo.

Me agrada.

— Gracias, Ewen — Agradecí en voz baja.

Aquel me miro sorprendido.

— ¿Qué dijiste? — Preguntó ansioso.

— Cállate —

— ¿Qué dijiste? Pequeño maldito — Sonrió y empezó a molestarme.

— ¡Déjame descansar, idiota! —

— ¡Me agradeciste! — Gritó — ¡Damián, me agradeció! — Salió de la habitación corriendo como un niño emocionado.

Reí a carcajadas por aquel suceso.

- Las verdaderas amistades son las que te hacen reír, cuando estás en tu peor momento -

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SI JUNTAMOS LAS ESTRELLAS - wwoppo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora