Capítulo 12: Juguemos

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—Salgamos un rato—murmura después de varios minutos en silencio.

—¿Ahora?—me separo de su pecho, mis ojos caen en el reloj en mi mesa de noche—. Son las cinco de la mañana.

—Perfecto, así podremos ver el amanecer de Dhalia. No es por alardear, pero tenemos los más hermosos de todo Seir.

Levanto una de mis comisuras.

—Vamos a tener que salir por la ventana—la señalo con mi cabeza. La diversión tan característica en sus facciones, vuelve a aparecer.

—Me encantan las aventuras.

Me bajo de su regazo. Mis pies descalzos tocan el frío suelo de madera. Agradecía que llevaba una pijama de pantalón largo, porque la madrugada estaba un poco helada.

—¿Lista?—está al lado de la ventana, con sus pies descalzos.

—¿Irás así?

—Iremos.

Miro hacia abajo por unos segundos. Sería una locura, de seguro el frío se colaría por las plantas de mis pies. Levanto la cabeza, aquellas iris hermosas están más azules que nunca.

—Estás demente—camino hasta él—. Y yo también.

Se ríe. Rueda el vidrio. Sube una pierna primero, luego la otra, queda de espaldas.

—Saltaré yo primero, y luego te atrapo ¿vale?

Revuelo mis ojos. Liam salta unos segundos después, cae sosteniéndose con sus manos y sus piernas. No lo pienso dos veces, me lanzo igual.

Sacudo el polvo de mis palmas cuando me coloco de pie. El rubio me mira con una ceja alzada y una sonrisita orgullosa.

—Vaya...

—Ya lo había hecho antes—presumo encogiéndome de hombros.

Se acerca y toma una de mis manos, me jala mientras se dirige al bosque detrás de mi patio.

—Pues estuvo genial. Lograste enamorarme un poco más.

No deberían causarme nada, pero lo hacen. Son palabras que los enamorados usan a diario, pero no entiendo porque cuando abre su boca, yo me derrito más.

Aprieto su mano con fuerza cuando soy consiente de que ya estamos internados en el bosque. Su aroma a esta hora de la mañana es diferente, más fresco y húmedo.

Me quejo después de varios minutos, ya ha empezado a aclarar el cielo.

—Por Dios Liam, ¿A dónde me llevas?

—Ya casi llegamos.

Mi corazón se sale de mi cavidad torácica cuando quedamos frente a un río un poco turbio.

Los límites de Dhalia.

Había escuchado de éste lugar desde muy pequeña. Tenía prohibido acercarme, él también. Pero ahora que era un Beta, ya nadie podía prohibirle nada.

A ti tampoco.

Los árboles aquí son menos frondosos. El sonido del río es tranquilizador.

—Necesitamos llegar al otro lado.

—¡¿Qué?!

—Tranquila.

—Estaríamos saliendo de la manada Liam, es peligroso.

Suelta un resoplido burlón.

Nos hace caminar un poco más arriba del río, hasta unas piedras grandes sobre el agua, más alejadas de ellas cae una pequeña cascada, muy pequeña.

Amando Al Beta © [ L. I. 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora