Capítulo 21: La estrella rota

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Nunca te niegues la oportunidad de vivir la experiencia de intentarlo. Pueden ocurrir muchas cosas buenas en la trayectoria.

Montserrat-

💜

Sus dientes se hunden en mi mandíbula de manera suave. Me apoyo en la dureza de sus hombros, sientiendo miles de cosquillas en mi abdomen bajo. Liam se mueve por mi cuello haciendo chupetones que estoy segura terminarán siendo manchas moradas en mi piel. Pero no me importa, no puedo razonar ante su toque. Es adictivo.

—Aún no he aceptado— mascullo derrotada.

Llega hasta mi mirada. Su nariz se ha puesto roja, y no sólo podía sentir el deseo, también lo veía revolotear en el cielo de sus iris.

—Bonita, pero es que no me ayudas mucho... me dices que no, pero tu cuerpo me ruega que sí.

Se levanta y nos saca de la tina con mucha facilidad. Me sube al largo mesón del lavamanos. Nuestras caras a la misma distancia.

—¿No te gustaría descubrir cuántos besos le caben a tu espalda?, vi muchos lunares en ella.

Rodeo sus hombros con una sonrisa dividiendo mi cara.

—Se sincero, ¿sólo serán besos? —me regala una sonrisa tan grande como la del grinch.

—¿Te gustaría algo más?

Lo golpeo con fuerza. Se acerca y acaricia toda la longitud de mi nariz con la suya.

—No quiero nada de ti.

—Las mentirosas se van derechito al infierno.

Le doy una mirada entrecerrada, acaricia sus dientes con la lengua para disimular su sonrisa.

—Juguemos piedra, papel o tijera. Si gano, te doy un beso y como yo quiera. Con lengua o sin ella.

Pongo mis ojos en blanco.

—¿Y si yo gano? —alzo una de mis cejas.

—No sé, ¿que te gustaría?

Miro el techo pensativa, Liam acomoda sus codos en cada uno de mis lados sobre el mesón de mármol.

—Una cachetada por cada vez que gane.

—Ufff, bonita. Que mala —Me río encogiéndome de hombros.

—¿Aceptas o no?

—Soy muy bueno en este juego, así que acepto.

Se endereza, levanta su mano en medio de ambos, yo lo imito.

—¡Piedra, papel o tijera!—cantamos al unísono.

Observo su mano, piedra. Luego la mía, papel. La estruendosa carcajada que dejo salir decora el pequeño cuarto. El rubio maldice quejándose.

—¿Qué pasó, cielo? —veo la sonrisita asomada en su comisura—. ¿No y qué eras muy bueno en esto?

Tuerce su mirada de manera infantil, lo rodeo con mis piernas acercándolo.

Amando Al Beta © [ L. I. 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora