Amando Al Beta © [ L. I. 1 ]

Capítulo 31: La fuerza de un líder

Recuerden evitar dejar spoilers🥰

Maratón 4/4

Disfruten.

Con amor, Mont.

💙

Estaba en medio de una tempestad que parecía nunca iba a menguar. Tenía miedo ante el hecho de perderlos, a ellos que son parte de mi vida, razones por las que también vale la pena respirar.

Sigo a las tres personas que forzajean mientras le ruego al Dios que conocí en el mundo humano que ellos estén bien.

—Isa... —la señora Charlotte trata inútilmente de detenerla. Les conté sobre las palabras de Ciara después de llamar a mi mate, y ahora mismo me sentía en modo automático.

—¡Suéltenme! —ambos han sujetado sus brazos. La madre Liam toma sus mejillas regalándole una mirada comprensiva.

—Admiro tu valentía, Isa. Pero hay ocasiones en las que se debe pensar muy bien antes de actuar.

—¿Y qué debo pensar?

—Que no ganamos nada sí para salvarlos a ellos tú debes estar en peligro. Esperemos a que los chicos lleguen.

Isabella resopla.

—Discúlpame Lotty, pero son mis padres los que están en peligro, mi vida pasa a un segundo plano cuando se trata de las personas que más amo.

Intenta soltarse, mira de manera amenazadora al señor Alan cuando la sostiene con fuerza.

—Peter es un gran amigo. Si yo estuviera en peligro, iría por mí con tal de que Liam no tenga que exponerse.

—Señor Alan...

—Llegamos lo más rápido posible.

Me giro con el corazón en la boca. Las lágrimas salen ante su mirada verdosa, nos sonríe llena de nostalgia.

—¿Tessa? —murmuro.

—Por la Luna... —habla, su mirada se desvía por veces detrás de mí— ¡Míralas Matthew!

Ella extiende sus brazos. Me río en medio del llanto y corro a ella.

—Si no son por esos ojos tan únicos y preciosos, no las reconocería —me abraza con esmero, aferrándose a mi espalda. Yo se lo devuelvo con la misma intensidad—. Estás divina, un completo ángel.

Me aleja y recorre mi rostro. Acaricia mi cabello sin dejar de lado su alegría.

—Te eché de menos Tessa, como extrañé que me hicieras mis trenzas —ella limpia el agua que moja mis mejillas —. Isa nunca las hizo tan bonitas como tú.

Se carcajea dándole un vistazo a Isabella.

—Mentirosa. Isa hace las trenzas más hermosas que he conocido. Ella me enseñó a mí.

Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.

—Tienes razón, quizás era que te extrañaba demasiado y quería que me las hicieras tú, mamá opinaba lo mismo —deja beso en mi frente antes de hablar.

—Ahora que has vuelto, te haré todas las trenzas que quieras, lobita.

—¿Y yo? —pregunta su esposo, me centro en él— ¿No hay un abrazo para mí?

Se lo doy gustosa. Me aprieta robándome el aire.

—Sé que estás escondiéndote —me separo del señor Ross. Isabella sigue de pie entre mis suegros.