Capítulo 26: Colores opacos

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Mi odio disipa un poco el ambiente fresco. El invierno nos estaba pisando los talones pero el fuego que había en mi interior me calentaba y quería quemar a una persona en especifico. Un rubio que se la pasaba colado en mi cabeza veinticuatro horas al día, y hacia mucho que no eran pensamientos de odio los que revolaban alrededor de su imagen en mi cabeza.

Anahís y Nat venían detrás de mí mientras subía los escalones de la mansión. Su nombre pasaba como flashes ante mis ojos.

Liam Fox, Liam Fox, Liam Fox.

Esto era definitivo, ya no habría forma de que me quedara en este lugar y mucho menos con él. No podía estar con alguien que mentirme se le hiciera tan fácil. Estaba decidida. Esto se acababa hoy.

Abro la puerta principale con brusquedad, paso por la estancia hecha un remolino. Nicolas viene bajando del segundo piso.

—¡Ya están aquí!— su mirada viaja entre nosotras, pero su expresión tranquila cae cuando me analiza un poco más—. Anne...

Lo ignoro y subo hasta llegar al pasillo. Ignoro los cuadros en la pared, que de alguna forma ridículamente increíble, me dicen que no esta bien lo que estoy a punto de hacer. Abro la puerta de la habitación de Liam. Su aroma a melocotón me saluda y el alma se me revuelca al verlo leer sobre la cama, sin camisa.

Carajo.

Es injusto que luzca así cuando no he parado de pensar en su cuerpo contra el mío. Es todo un delirio resistirme a lo que es. 

—Bonita —el ánimo en su voz es contagioso. Pero me obligo a no escucharlo y me interno en el closet.

Tomo la maleta pequeña que traje y empiezo a buscar mi ropa. Lanzo las prendas dentro de ella a medida que las saco de los ganchos. Unas manos grandes me detienen, las lágrimas ya están amenazando con salir.

Que rabia.

—¿Qué pasa? —pregunta lleno de preocupación— ¿Qué haces? ¿A dónde vas?

—A casa —le respondo zafándome de su agarre—. No voy a estar con alguien que me guarda secretos.

Sus cejitas se fruncen y yo quiero comérmelo a besos. Me hizo tanta falta, no deseo otra cosa que no sea estar entre sus brazos, pero... yo...

—¿De qué hablas, Anne?

—¿De qué hablo? —lo empujo quitándolo de en medio, acomodo la ropa— De que no me dijiste la verdad. Sabías que Anahís tenía una hermana mayor y que era, para colmo, la compañera de Magnus.

El silencio se adueña del lugar, parece ser que está organizando sus ideas porque se queda de piedra por algunos segundos. Cierro el bolso y tomo la manija con fuerza colocando las ruedas sobre el suelo.

—Bonita, hay una explicación para eso.

Me enderezo y lo enfrento.

—¿A sí? ¿Cuál?

—No tenía permitido decírtelo.

Las lágrimas caen con libertad, no las detengo y es que me duele demasiado el corazón.

—Me importas, ¿vale? Pero no voy a soportar que los sigas escogiendo a ellos por encima de mí.

Amando Al Beta © [ L. I. 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora