Capítulo 16: Una rosa blanca

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Sus ojos rojos me recordaban la sangre que muchas veces vi correr sobre mi espada. No podía evitar sentir que aquel hombre miraba incluso más allá de mi alma.

—No es un vampiro—murmuro quedito para Natalie en medio del castaño y yo.

—Claro que sí.

—Puedo sentir nuestro aroma en él, es un licántropo.

—Es un híbrido—declara Nick entre dientes.

—Claro que no, miren sus ojos. Es un vampiro.

—Y un lobo, hermosa mía—Miro a Nat. Ella abre su boca sorprendida ante la confección de su Mate.

—¿Un hombre mitad vampiro, mitad lobo en Seir?—cuestiono curioso. Un recuerdo vuela en mi memoria.

La otra mañana cuando estaba con Anne, nos habíamos topado con una chica de cabellos largos que estaba seguro pertenecía al país de los vampiros. Pero el aroma en ella sí indicaba que era una vampiresa pura. Todo lo contrario al aroma del general de la realeza.

¿Y si alguien de su familia es la madre del rey de los vampiros?

Entonces tendría sentido el que la chica estuviera buscandola aquí, ¿pero en Dhalia?

—¿Dónde estaba Anne cuándo fue raptada?—pregunta el rey.

Parpadeo volviendo a la realidad.

—En la casa de sus padres, majestad.

El general de Seir me mira con detenimiento, y no podía eludir que estaba analizando hasta mi postura derrotada. Necesitaba a Anne y ya era notorio.

Su cabello blanco era tan peculiar como el color de sus iris. Tenía hombros, brazos y piernas fuertes. Nick era corpulento, pero aquel chico lo era más.

—Pues allí es donde debes buscar, Klaus.

—Sí, alteza.

Su voz ronca hace que Nat se mueva con lentitud detrás de Nick. Enzo asiente y les señala la puerta. Hoy había uno que otro guardia, no estaba el líder y tampoco el mayordomo. Parecía ser que con aquel chico bastaba para cuidar al rey.

¿Todos en el castillo lucían igual?, Si era así, yo no estaba hecho para ese lugar.

Nos preparamos para ir al centro de Dhalia. Natalie decide no acompañarnos. Anahís me confesó poco después que estaba escribiéndole una carta a Anne y le estaba costando mucho.

No puedo evitar sentirme feliz.

—Es aquí—Enzo señala la ventana de la habitación.

Los señores Morets no habían vuelto desde que Anne desapareció y tenía la sospecha de que era más que nada porque el señor Peter no aprobaba del todo la idea de su hija. Aunque se escuchara muy convencido ese día. Escuché por boca de Nick que se estaban quedando en la casa de sus padres. Parecía ser que Tessa era la única que calmaba a la señora Carolina, y el señor Matthew mantenía ocupado al capitán.

El vampiro se agacha, pega su oído al pasto. Su piel pálida desentona con el color verde de todo el lugar.

Esperamos largos segundos. Me giro dándoles la espalda, perdiéndome en el movimiento de los grandes sicomoros que siempre han estado en el patio trasero de la casa de mi bonita. Sonrío ante un recuerdo extremadamente dulce entre las raíces gruesas. Entonces las veo, todas juntas en el mismo lugar.

Amando Al Beta © [ L. I. 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora