Capítulo 44: Un nuevo Capitán

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Salgo del vestidor agitando mi cabello húmedo, me detengo ante el silencio, ha bajado sin mí. Sin embargo, una caja con un moño pomposo me hace acercarme a la cama. Hay una hoja a su lado, su letra pequeña y cursiva me saluda.

No quiero que sea la última carta.

Bonita, mi bonita. Chinita bonita.

Ha sido difícil esconderme entre los muros para escribir cada renglón de esta carta. Te das cuenta de todo. Si miras mi escritorio, verás cuatro lápices en mi lapicera y todos han perdido su borrador debido a mis nervios y mis dientes. Pero lo he logrado, pude plasmar en letras lo que no logro decirte frente a frente. Me cortas el aliento y sin una pizca de vergüenza, puedo confesar que todo se me olvida cuando esos ojitos alargados conectan con los míos, desfallezco y jamás creí no temerle a la muerte si es bajo esos ojos que pierdo la vida.

Anne, me has consumido. Has ganado de todas las formas posibles, en el campo de batalla, en este lazo de mates y en mi cama. Cada cosa que logre conseguir de ahora en adelante será tuyo. Me darás fuerzas cada día para levantarme e ir a trabajar por esta manada, porque se que después de un día largo tú estarás allí en nuestra habitación, esperando por mí.

El regalo sobre la cama es para ti, espero y te guste. Es perfecto, grita tu nombre de todas las formas posibles. Quiero que lo uses mañana, en la noche. En el nombramiento de Travis, te llevaré después a un sitio especial.

Siempre tuyo, Liam Fox.

Me subo en la cama de un salto. Deshago el moño y aparto la tapa. Es un vestido. Lo saco levantándolo frente a mis ojos. El aliento se me va.

Jamás he sido de vestidos largos, ni aunque sea invierno. Liam lo sabe, se lo conté el día que nos preparábamos para ir a la fiesta de su madre, quizás por eso no podía evitar amar el vestido que mis manos estaban sosteniendo.

Era corto, de tiras. Justo en la parte superior, su falda era suelta. La tela ligera, como de satén. Tendría que usarlo con un suéter de lana mangas largas y unas medias térmicas, pero me encanta. Lo que más me tenía con el corazón encendido era el color, lila. Era tan mío, y parecía ser que ahora quería que fuera suyo también.

Había puesto algunas cosas de ese mismo color en la habitación. Empezó con las cortinas, luego con algunos tapetes. Presentía que en cualquier momento lo serían las sábanas. Pero yo amaba también el azul, me recordaba mucho a él y las gruesas colchas tenían el tono perfecto de azul, casi igual al de sus ojos.

Estas volviéndome trizas, y no pienso quejarme.

Nuestra comida lucia apetitosa encima de la mesa. La variedad era agradable ante la vista. Estaba orgullosa de las chicas y de mí. Observo a mi alrededor, charlan mientras toman porciones de comida.

Mi nuevo hogar.

¿Me gustaba?

Está bien para nosotras.

¿No estas acostumbrada a grandes castillos?

Seré feliz siempre y cuando tenga a Jackson, a Liam y a ti.

No habrá nada en esta vida que me separe de ti, princesa. Eres lo más valioso que tengo dentro de mí. Mi corazón es tu castillo y siempre lo será.

Su calidez se extiende por todas mis  extremidades.

—He hablado con el rey —comenta Enzo—. Bueno, Anahís. Le ha contado sobre el vampiro, no es normal que haya estado rondando por aquí. Los vampiros no tienen permitido entrar a Seir.

Amando Al Beta © [ L. I. 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora