Lalisa Manobal siempre estuvo encerrada entre cuatro u ocho paredes. Ha sido o niña consentida desde que tiene memoria, y llega a un punto en el cual es agotador.
Eso le ocurrió a ella, cansada de siempre ser la (casi) princesa sin tener nada que ha...
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—¿Dónde carajos está mi hija? —exclamó el Rey Manobal—. Por Dios, ¿cómo se les escapó de este lugar?
El Rey Manobal no podía creer lo que estaba ocurriendo con su hija. Era la primera vez, su hija jamás intentó escaparse por otros medios, y resulta que ahora no la encuentran; el mismo día de su cumpleaños y de la coronación.
Todo el pueblo se preguntaba que ocurría, el porqué la joven y futura princesa, no había salido a dar la cara y a recibir la corona real. No sólo el pueblo se preguntaba eso, sino también las personas de televisión, y las que estaban en sus casas, las cuales conocían a Lisa; una de las mujeres más bellas de todo el mundo.
Un reconocimiento el cual se le otorgó al cumplir los dieciocho años. Y que hoy en día, tenía en alto.
Era extraño para todo el mundo. Sus padres y guardias reales buscaban a la tailandesa por todo el reino de Dussuton. El unico que no tenía un informe de nada y que recién entraba por la puerta de su enorme casa, era Bang Chan.
El cual se encontraba con el ceño fruncido y mala cara al notar a todos tensos y nadie que le pudiese dar una explicación de lo que estaba ocurriendo.
Las doncellas, simplemente pasaban de responder ya que el Rey expresó total discresión a menos de que algo no fuese informado por él.
Bang Chan entró a la sala de su enorme mansión. Realmente confundido y queriendo o más bien, exigiendo una explicación de lo que ocurre.
—¡Que vas a exigir! —bramó el Rey Manobal—. No debes exigir nada, si tu hermana desapareció es porque no la cuidas bien.
—¿Lisa desapareció? —miró a los lados, buscando explicación alguna. Y su mirada se detuvo en el rostro palido de su madre—. ¿Me puedes explicar que es lo que pasa, madre?
—Bang Chan... —sollozó—, se supone que tu hermana debe de estar aquí. Pero nadie la vio salir del Reino, Chan.
—¿Y no está con Roseanne?, saben que Lisa a veces pasa las noches en su casa —supuso.
—¡Ese es el problema, que tampoco Roseanne aparece! —exclamó al borde de los nervios el Rey—. Quiero una maldita explicación —le pidió a los guardias en aquel tono autoritario que solía usar—. ¡Ahora!
—Lo sentimos, Señor —uno de los guardias mas leales al reino, se inclinó hacia adelante—. No vimos a la princesa salir.
—¡¿Donde carajos estaban?!, les dije que la cuidaran, que hay peligro al asecho, y lo primero que hacen es descuidarla, ¿qué carajo les ocurre a ustedes? —estuvo a punto de cometer su primera falta como Rey, y es golpear a uno de los guardias reales. Cosa que fue impedida por su hijo Bang Chan.
