Lalisa Manobal siempre estuvo encerrada entre cuatro u ocho paredes. Ha sido o niña consentida desde que tiene memoria, y llega a un punto en el cual es agotador.
Eso le ocurrió a ella, cansada de siempre ser la (casi) princesa sin tener nada que ha...
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Los tres chicos, descansaban en la sala, conversaban y se distraían, contando anécdotas que últimamente les ha ocurrido. El que más metido estaba en la conversación era Bang Chan, aquel se encontraba muy emocionado porque Skylar, había aceptado otra cita, pero mucho más oficial. Pero su hermana simplemente no captaba quien era esa chica.
Y cada que le preguntaba, Bang Chan simplemente respondía con un: una chica más.
Cosa que no era cierto, y por como él hablaba, Rosé y Lisa, sabían que no era verdad. En más de una ocasión, al llegar, pasaba por el lado de una chica rubia, entonces sospechó que era ella.
—Mejor hablemos de Rosé y Jisoo —Bang Chan le lanzó un cojín—. Uy, parece que alguien ya pescó porque esa sonrisa no se borra.
Rosé se sonrojó, —Bueno, se puede decir que sí. Jisoo dijo que me quería —afirmó.
Lisa empezó a aplaudir, —Hasta que por fin se dieron cuenta, tardaron demasiado.
—Uy, como Jennie y tú —acusó Rosé.
—Para su información, Jennie y yo somos novias —dijo por fin.
Dejando con la boca abierta ambos personajes, los cuales no podían creerlo. Bang Chan supuso un millón de veces que a su hermana no le gustaban los chicos, pero ahora sin duda, podía afirmarlo. Aunque para él, eso no estaba mal, al contrario.
Se sentía bendecido de que no había escogido ninguno de los chicos de Dussuton, debido a que la mayoría, quería tan sólo el dinero de la menor.
—¡Eso es increíble! —celebró Bang Chan. Se colocó de pie y caminó hasta Lisa, abrazándola por detrás—. Nuestra bolita de grasa por fin consiguió una albóndiga.
—Bang Chan —soltó en advertencia—. ¿Qué te he dicho de ese nombre?
—¿Quién es una bolita de grasa hermosa?, ¿quién?
—Deja de poner esa voz de retrasado, y aléjate de mí —Lisa lo empujó.
—Cuando vi las fotos de Lisa en su niñez, no me la creí —se mofó Rosé—. Daban ganas de comerte.
—Y eso que no han visto a Jennie, era muy tierna —admitó Lisa, sonriendo de oreja a oreja, recordando el momento que Jennie le enseñó todas sus fotos de niñez—. Daban ganas de comérsela.
Bang Chan y Rosé se miraron de reojo.
—Pero te la comiste ahora —soltó Bang Chan y salió a correr por toda la casa—. ¡Ayuda, me quieren matar!
Lisa miró hacia las escaleras de lo ridículo que era. Rodó los ojos y permaneció sentada.
