Lalisa Manobal siempre estuvo encerrada entre cuatro u ocho paredes. Ha sido o niña consentida desde que tiene memoria, y llega a un punto en el cual es agotador.
Eso le ocurrió a ella, cansada de siempre ser la (casi) princesa sin tener nada que ha...
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No sé ni para que acepto las cosas que me ofrecen Jisoo y Juyeon. Lamentablemte, por ellos estoy aquí.
Miré a alrededor, sin poder capturar una sola cosa ya que estaban pasando varias a la vez. Me preguntaba el como toda está gente se podía besar con la primera persona que encontraba. Habían hombres en la esquina tocando a esas mujeres sin pudor.
O simplemente, bailarinas con hombres y viceversa, nadie parecía tener pudor dado que todos se encontraban bajo los efectos del alcohol.
—Esto es increíble, Jendeukie —asumió Jisoo—. Hay de donde agarrar.
—Yo no vine a esto, quiero ir a casa —me rehusaba a permanecer un minuto más en este lugar.
El ambiente no era uno con el cual yo me sintiera cómoda. Solía salir con Jisoo y las demás, pero esto era diferente porque quien ofreció primero la maravillosa idea fue Juyeon, y Jisoo le sigue todas a mi primo.
—Disfruta, primita, es más, te busco al mejor de aquí —susurró Juyeon en mi oído por la música—. Déjate llevar.
—No —aparté la mano que él posó en mi hombro—. No me dejo llevar. Porque si por ustedes fuera, no sé, estuviera en la habitación más cara de este lugar con más de tres hombres haciendo un cuádruple, ¿así se dice a esas cosas de cuatro? —bufé—. No sé, pero la cuestión es que no haré eso.
Jisoo rodó los ojos, —Eres bien dramática. Sólo te pedimos que la pases bien, más nada.
Tomé aire. Y justo cuando creí que nada podía ser diferente esta noche, las luces se apagan. Y todo queda a oscuras, las personas empezaron a quejarse y el calor aumentó. Pero eso no fue por mucho tiempo, unas luces led rojas se encendieron y bailarines hombres y mujeres salieron de la nada. Enarqué una ceja curiosa por tanto lujo.
Este Bar se caracterizaba por tener a las mejores mujeres.
—Esto sólo lo hacen en noches especiales —comentó Juyeon—. Uy, y ya sé porque es especial. Si la princesa está aquí.
—¿Princesa? —busqué con desespero a los alrededor, sin poder siquiera disimular como el simple hecho de la mención de ese nombre, llamó toda mi atención—. ¿Dónde?, no la veo.
—Tranquila, Prima, está ahí —Juyeon apuntó con su dedo índice hacia la barra, donde varias mujeres bailaban sobre la barra. Pero cuando creí que la pelinegra estaría mirando la actuación, era todo lo contrario, miraba hacia nuestra dirección—. Está hermosa esta noche.
—Es la princesa —susurró Jisoo—. Y al lado está Roseanne Park. Una de las mujeres más hermosas —halagó.
