Lalisa Manobal siempre estuvo encerrada entre cuatro u ocho paredes. Ha sido o niña consentida desde que tiene memoria, y llega a un punto en el cual es agotador.
Eso le ocurrió a ella, cansada de siempre ser la (casi) princesa sin tener nada que ha...
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—¿Cómo está la mujer más hermosa de este mundo? —susurró Jennie cerca de Lisa. Sacándole un pequeño susto, aquella se giró y encontró a la más baja con un ramo de rosas en sus manos—. Traje esto para que alegre tu día.
—Mmmh, así me gustas mucho más —dejó un beso en sus labios.
—Bueno —ambas se vieron interrumpindas por Juyeon, el cual sonrió—. Se notaba pero por fin pude confirmarlo.
Tanto Lisa como Jennie agacharon la cabeza; ya no era un secreto para nadie en la empresa, y Juyeon empezaba a sospechar lo que ya era bastante obvio. Pero sin duda, el verlo no le afectaba tanto como él creía.
—Juyeon...
—Tranquila, Primita —aquel buscó relajar a Jennie—. No me molesta, estoy feliz por ustedes. Y porque demuestren su amor en público, no tiene nada de malo, de igual forma, muy disimuladas no eran.
Ambas sonrieron.
El chico no era egoísta, ni mucho menos tan necio como para interponerse entre la relación de Jennie y Lisa, y si era cierto que le gustaba la princesa; él sabía perfectamente que Lisa siempre fue sincera y le dijo que no sentía nada por él.
Se sentía feliz por las dos chicas, las cuales sin duda alguna, mostraban su amor en público
—Vengo a avisar que Namjoon quiere una reunión con todos nosotros.
—¿Dijo sobre qué? —inquirió Jennie.
—No, no dijo pero bueno, ya sabes como es él, ¿vienen?
—Sí, en un momento —habló Lisa.
—Perfecto —Juyeon se retiró, dejando a las chicas.
—Oye, ¿y Rosé? —quiso sabe Jennie.
—No lo sé, se me hace muy raro que no haya llegado aun, Jisoo ya lo hizo. Se supone que iban juntas —comentó Lisa.
—Seguro no tarda en llegar.
Y era cierto, Rosé no tardaba en llegar. Decidió que Jisoo fuese adelante porque la rubia tenía cosas que hacer. No querían retrasarse más.
Rosé conducía tarareando una canción. Muy sumergida en su mundo.
Estaba feliz porque faltaban sólo dos días para el lanzamiento de su libro, cuestión de tiempo para que Jisoo por fin pudiese leer aquello que Rosé escribió para ella con tanto esmero. Y dedicó cada una de sus palabras a aquella coreana. La cual también esperaba el libro.
Sin duda alguna, eran dos personas las cuales estaban hechas la una para la otra.
Más que nada, Rosé estaba segura de eso, quería y deseaba darle una sorpresa a Jisoo.
