CAPÍTULO 17

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Alguna vez se han preguntado si es verdad esas escenas que nos muestran las películas de suspenso y terror sobre los hospitales que en las noches agarran un silencio total para morir de miedo y no pegar el ojo en ningún momento con miedo de que te aparezca un fantasma o que un asesino que estaba internado aquí y quiera tener un nuevo record y agregarle más a su expediente que empiece a matar como depravado.

Bueno uno se lo imagina, pero en ningún momento queremos experimentarlo o ver si es posible que enserio los hospitales por la noche sean tan macabros y tenebrosos.

Con el cuerpo sin poder moverlo y un dolor en mi brazo izquierdo y con la poca fuerza que tenía miraba la habitación donde me encontraba, doctores y enfermeros se encontraban en la habitación y mis padres también, al despertar una enfermera me empezó a checar, no sé en qué momentos llegamos y en qué momento me instalaron la verdad tenía miedo, hace un momento me encontraba en la escuela y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en la cama en un hospital con una intravenosa en el brazo y en el peor estado de mi vida, si un loco se le ocurre iniciar una matanza no podría escapar porque no podía moverme las piernas y brazos que no me respondían, tengo mucho frio y me duele mucho el abdomen.

Vaya suerte que me cargo.

La sola idea de quedarme en el hospital, todas esas escenas de películas que eh visto hacen que quiera salir corriendo de este lugar ahora mismo valiéndome lo que sea que me esté pasando.

-Hemos hecho varios estudios –alcanzo a escuchar al doctor que esta con mis padres- y no encontramos nada.

- ¿Cómo? –dice mi madre mirando a mi padre que está atento a lo que dice el doctor.

-Así es, hicimos varios estudios hasta lo repetimos dos a tres veces, pero nada, no encontramos nada fuera de lo normal en su hija.

-Pero... ¿Por qué se le paralizo las piernas? ¿Por qué tiene fiebre y escalofríos? Doctor nada está bien en mi hija, algo tiene –dice mi madre preocupada.

-Um... para serles sincero no sabes por qué le está pasando esto a su hija, los estudios dicen que está limpia y que no hay nada, sobre el dolor en su abdomen creíamos que era la apendicitis, pero después de las radiografías vimos que no era esa, pero mantendremos en su hija en observación por unos días hasta que se recupere.

-Muchas gracias doctor –dice mi madre.

Sin decir nada más el doctor junto con las enfermeras salen de la habitación, mis padres se quedan viendo el uno del otro, mi madre siempre se mostraba alegre, llena de vida, pero ahora... el brillo de sus ojos desapareció y su rostro se vea la preocupación e inquietud.

Mi padre por otro lado se mostraba normal, aunque si se podía ver un poco la preocupación en sus ojos se estaba manteniendo fuerte por mamá y todos nosotros ya que alguien debe de serlo ¿no?

Miro el techo del cuarto pensando en que rayos me estaba pasando y a la vez un tanto triste ya que si no puedo mover mis piernas eso significa que dejaría el patinaje y no quiero, esa sería mi mayor pesadilla.

Aunque no es lo mismo si hubiera una forma de patinar en mi estado lo aceptaría un poco pero no, no es así.

- ¿Camila? –mis padres al notarme despierta se acercan- ¿Cómo te sientes?

Me le quedo viendo a mi madre por unos minutos para luego fijar mi mirada sobre su hombro, el cielo estaba en un tono anaranjado, lila y roja los colores del atardecer, nubes había pocas, pero si había una que otra ave volando los cielos.

-Bien, mamá –dije después de un rato, lo que menos quería era angustiarla más de lo que ya está- no te preocupes.

-Hija, ¿puedes moverte, aunque sea un poco? –pregunta mi padre a lo que yo niego con la cabeza- ya veo... no te preocupes pasara y podrás caminar y hacer todas las cosas que tú quieras.

Cálido Como Tú CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora