CAPÍTULO 29

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El ligero olor a pan tostado, jugo de naranja recién exprimido y huevos con tocino hacen que despierte mirando a todas partes un tanto desorientada, me encontraba en la cama, voces escuchaba en el primer piso, me ciento en la cama sintiendo un leve dolor en mi vientre, me encontraba en el cuarto de Alex ¿Cómo llegue aquí? Lo último que recuerdo es a verme quedado dormida en la parte de atrás del carro de mi amiga que no sentí el momento en el que me cargaron y me dejaron en la cama.

Tomo mi celular viendo que tengo 5 llamadas pedidas de un número desconocido.

Termino de despertarme estirando un poco mi cuerpo, salgo del cuarto intensificando el olor de la comida que se está preparando en el primer piso, justo cuando voy a bajar las escaleras al fondo del pasillo a una puerta del cuarto de mi amiga se abre la del baño mostrando un pecho desnudo tonificado recién salido de la ducha y una toalla cubriéndolo abajo, miro su pecho y luego la cara del individuo y viceversa, bajo las escaleras por poco cayéndome en los 3 últimos escalones.

- ¡Oh! Camila, querida has despertado al fin –dice la madre de Alex que esta preparando una taza de café- ¿dormiste bien?

Me siento en la mesa- Tan bien que no sentí cuando me bajaron del carro y me metieron a la cama.

-Ten encontrabas profundamente dormida que hasta roncabas. –abro los ojos y la miro.

- ¡Enserio! –asiente y siento como el calor se empieza a acumular en mis mejillas.

-Pero no tan fuerte si no leve como un chihuahua bebe.

Ok, no sé cómo sentirme al respecto si bien porque no fueron ronquidos como si un demonio se me estuviera metiendo o mal porque mis ronquidos los comparo con un cachorro chihuahua, aunque... pudo a ver sido peor la comparación.

Alex entra a la casa con unas dos masetas de las escaleras escucho a alguien bajar que es Ian ahora que el sueño a desaparecido me pongo toda roja al recordarlo solo con una toalla recién bañado.

-Tu.... Tu... ¿Qué haces aquí? –se me queda viendo por un tiempo que luego una sonrisa divertida aparece en su rostro.

-Gracias señora por dejarme pasar la noche es su casa –dice sentándose frente a mí.

-Ni que lo digas cielo, ya era muy noche como para que te fueras a tu casa caminando a esas horas.

- ¿Cómo te sientes Cami? –pregunta Alex colocándose a mi lado y mirando mi rostro con mucha atención.

-Bien, –digo- ¿se quedó a dormir? –señalo a Ian y ella asiente.

-Sí ya era muy noche cuando nos vino a dejar, mis padres –mira a su madre que le da una mirada desaprobatoria haciéndola soltar el aire- nos estaban esperando y al ver la hora que era no lo dejaron ir.

-Y estoy muy molesta contigo Alexandra –trago grueso mirando a su madre- ¡cómo se te ocurre llevarte a Camila a una fiesta en medio del bosque donde hay muchos gérmenes! Apenas dada de alta –la señala con la espátula- tienes suerte que no se infectó su herida quirúrgica o si no estarías en serios problemas jovencita.

-Perdón... fui egoísta lo siento –sigue mirándola.

-Enserio y lo peor de todo que ni sus padres saben de eso –me mira- también hiciste mal en no haberles contado Camila ¿Qué tal si algo malo hubiera pasado? Y tus padres creyendo que estas a salvo en casa.

-Lo siento mucho, señora –pido perdón en voz baja nerviosa.

-Enserio con ustedes dos, gracias a dios estuvo con ustedes este amable joven –señala a Ian que alza la cabeza orgulloso- si hubieran ido solas que barbaridades les hubiera pasado.

Cálido Como Tú CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora