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Elizabeth despues de palpar las mejillas de su suegra, llorando por verla inconsciente, empezó a gritar pidiendo ayuda. Como nadie apareció, hizo el esfuerzo de caminar hacia la puerta, agarrándose tras la espalda, pese al terror que la daba que el peligroso animal que seguía en el piso de la habitación fuese a picarla a ella. Su grito, en el pasillo, hizo llegar a una de las criadas que las atendían, quien no quiso pasar al interior cuando ella le dijo lo que había ocurrido.

—¡Por favor busque ayuda! ¡necesitamos un médico! —rogó Elizabeth, entrecortada y corriéndole lágrimas por las mejillas—A mi suegra la picó una serpiente.

—Sí... No se preocupe, ya voy por la ayuda. —respondió la muchacha antes de marcharse.

Entonces Elizabeth sintió los minutos interminables, abrazando a su suegra y se desesperó cuando caminó de nuevo hacia la puerta y le pareció trabada...

¿Qué estaría pasando?, ¿Por qué no venía nadie, ni siquiera uno de los guardias a su ayuda? se preguntó presa del terror, volviendo con su suegra para abrazarla.

Cuando pensó que ya nadie vendría por ellas, porque a cuenta de todo solo eran unas prisioneras y estorbos para el rey Darcy, la puerta se abrió apareciendo el mismo en persona, con su imponente aura, ataviado con su elegante levita.

¿Qué hacía él allí?, se impactó Elizabeth.

¿Sería que venía a mirar cómo había salido su plan?

—Muchacha, dice la criada que una serpiente picó a Beatriz—le preguntó el rey, adentrándose a la habitación, con sus guardias detrás—¿Cómo fue? ¿La picó a usted tambien?

Elizabeth sorprendida por lo preocupado que parecía, contestó casi sin voz, mirando a su desmayada suegra:

—Solo la picó a ella...ayúdenos por favor...

—¡Vayan por Macrow y Hewel!—pidió el rey a sus guardias por quienes debían ser doctores, porque reconoció el apellido del que le estaba atendiendo el embarazo—Trate de calmarse ¿si?, ya van por los médicos. —agregó el rey, dirigiéndose a ella.

Elizabeth asintió no entendiendo su comportamiento amable, sin soltar a su suegra.

—Es importante que me diga algunas cosas: ¿Hace cuánto la picó la serpiente y dónde? —preguntó el rey acercándose a la cama para tocarle el pulso a su suegra, Elizabeth estuvo a punto de quitarla de su vista, sabiendo que él era el responsable de esto, solo que se había equivocado de víctima.

Bueno, no le tocaba más que cooperar porque le salvaran la vida a su suegra, pensó y respondió:

—Fue en su mano... a eso de unos quince minutos...el bicho salió de repente...tenga cuidado, sigue en el piso...

Elizabeth tembló, recordando a ese bicho seguía dentro.

El rey siguió evaluando a su suegra de ahí ordenó con voz fuerte a los guardias que quedaban en la habitación que mataran a la serpiente.

Ella vio con horror como le disparaban cuando encontraron al animal y las criadas gritaban por el estruendo y abrazó más a su suegra, pero no pudo seguir con ella porque él rey ordenó a las criadas que la sacaran del cuarto al verla muy tensa.

—No me separaré de su lado...no me separaré...—rogó Elizabeth negando con la cabeza, al borde del colapso.

—Está muy nerviosa Elizabeth. Vaya con las criadas. Es necesario que suelte a Beatriz y la dejemos tranquila acostada en la cama.—le dijo el rey pareciendo el hombre amable que conoció, no el infeliz que le había quitado su familia y hasta puesto una serpiente para castigar haberlo enfrentado ayer.

Su reina por derecho  (LIBRO 2. Trilogía Reino de Baulgrana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora