8

1.2K 168 27
                                    

Que su suegra hubiese vuelto a la consciencia fue la mejor noticia que Elizabeth recibió en días, por eso no escatimó en ir a verla a su cuarto, corriendo a abrazarle, aunque la reina tuviese la visita del rey Darcy, mismo quien había estado cuidándole.

—Cariño ¿el bebé y tu están bien? ¿Has dormido bien? ¿Has comido bien? —hizo todas esas preguntas la reina, mientras ella lloraba de emoción de ver que no la había perdido.

—Si el bebé y yo estamos bien. Nos han tratado bien aquí, no tiene que preocuparse. —respondió Elizabeth, dándole una rápida mirada al rey Darcy— Pero no hablemos de mí. Usted es la que ha estado mal los últimos días ¿Ya se siente mejor? La extrañé mucho.

—Sí. Estoy mejor. —respondió su suegra tocándole la barriga para acariciársela. —Siento haberte preocupado...

—Como dice eso, si usted no tuvo la culpa que la picara aquella serpiente. —le dijo Elizabeth, entrecortada, sentandose a su lado con mucha dificultad porque ya el vientre le pesaba mucho. —Gracias a usted estoy viva, porque si usted no hubiese ido a mi cuarto, ese animal me hubiese picado a mí. —dijo Elizabeth, limpiándose las lágrimas.

—Sí, fue lo mejor que me picara a mí. El bebé y tú no hubiesen resistido—dijo su suegra, inmediatamente interviniendo el rey Darcy:

—No digas que eso fue lo mejor, Beatriz. Tu vida tambien es importante y por poco te mueres. A ninguna de las dos debió atacarla ese animal.

Elizabeth no comentó nada a eso, solo pensó que se le veía tan genuina la preocupación por su suegra que ya no lo creía el culpable de haber puesto la serpiente.

Pero si no había él ¿Quién habría sido?

—Las dejo solas—dijo el rey—Vendré más tarde a verte, Beatriz. Tengo algunas sesiones de consejo, entre otras obligaciones que no puedo eludir. Come ¿sí? Y por favor dile a los doctores que bajen en la tarde a mi oficina para que me pongan al tanto de cómo te encontraron hoy. Que pasen ambos buenos días, damas. —culminó.

Cuando el rey salió a Elizabeth no se le escapó la mirada con que la reina madre lo siguió.

—No se entristezca, él volverá. —le dijo ya resignada a que ese par parecían tener una relación muy profunda—Él es quien la ha cuidado las tres noches que hemos estado aquí, así que en la noche regresará con usted.

—¿Él me ha estado cuidando? —se impactó su interlocutora, viéndosele los ojos tan ilusionados.

—Sí, quise hacerlo yo, pero el doctor que me atiende me dijo que no es recomendable ya trasnocharme por mi estado, entonces lo hace el propio rey en persona.

La reina madre pareció perpleja.

—Y él tiene razón. Tanto la vida mía, como la de usted son importantes—agregó Elizabeth, agarrándole la mano. —Así que no diga que es mejor que la serpiente la picara a usted.

—¿De verdad has estado bien, muchacha? —insistió su interlocutora— Has tenido que convivir con él por mi culpa y sé, que con justa razón, no lo soportas.

—No se preocupe, llegamos a la tregua que no usaría mi lengua mordaz contra él y nos hemos soportado al uno al otro. —contó Elizabeth, encogiéndose de hombros.

—Menos mal—respondió la dama—Ya no estás para estar discutiendo, Elizabeth, ya nuestro bebé está por nacer.

—Lo sé—respondió Elizabeth sintiendo que la vista se le llenaba de lágrimas porque William no alcanzaría a estar con ella en este momento.

—Seguimos vivas, Elizabeth. Vamos a salir de esto. —la reconformó su suegra, adivinando lo que pasaba por su mente.

—No sabe cuanta falta me hizo su positividad. —confesó Elizabeth, con voz entrecortada—Aunque por como tiene de enloquecido al rey ahora sí estoy segura que podremos salir de todo este horror ilesas. —comentó riendo a través de las lágrimas—Solo le falta insistir un poco más para que él ceda.

Su reina por derecho  (LIBRO 2. Trilogía Reino de Baulgrana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora