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William no se quedó en la ciudad de Baulgrana, luego de recuperarla.

Dejó a cargo a Cuviert y al señor Hall del reino, dejándoles soldados y se fue con las demás tropas a otra provincia de Baulgrana, cercana a Ganah porque sabía que el viejo se iba enterar del ataque y mandaría a recuperar el país, lo que haría que Ganah se debilitara, así que esperaría esas tropas para matarlos y robarles sus provisiones y armas. Esta era la razón por la que se había hecho pasar por su primo, para no prevenir al viejo de la trampa.

Qué ironía que ahora usaría, la misma táctica que usaron con él para tomar Baulgrana.

Dejar que perdieran regimientos para atacar.

Fue paciente entonces, mientras torturó a los prisioneros por días, sacándole datos interesantes para lograr penetrar ese reino.

Al parecer el reino del viejo no era tan invencible, porque tenía un túnel de escape que salía a una montaña de Ganah por si había una invasión.

Por allí se iban a meter, explicó William a sus hombres y cuando lograron atacar a los barcos que venían hacia Baulgrana, matando a los tripulantes, dio marcha al plan.

Primero mandó a tropas a irse a fuego cruzado contra los que cuidaban la frontera de Ganah y cuando los vencieron se fueron hacia la ciudad, a donde mandó hombres a atacar una de las minas con catapultas, mientras él con otro grupo de hombres se metieron por la montaña que era la entrada del túnel del rey. Estando en ese lugar opresivo obligó a sus prisioneros a descifrar las trampas de acceso, saliendo a un cementerio, después a una cabaña que los llevó al tercer piso del palacio, donde estaban las alcobas reales.

Estando allí, en el pasillo tiraron humo de belladona y mataron silenciosamente a la seguridad que no logró ver a los intrusos.

Después ordenó que tomaran sus uniformes para camuflarse y mandó a sus hombres a buscar a la familia del rey, siendo informado que en un cuarto, encontraron a los hijos mayores. William se puso tenso cuando fue hacia allá y vio que tenían a la princesa Helena amordazada, porque esa mujer se le parecía a Elizabeth. Además, se impactó de ver como el príncipe Héctor se iba al suelo, porque no podía mover sus piernas.

Por ese supuesto crimen, el viejo se había unido contra los enemigos y quitado a su familia.

Bueno ahora si lo iba atacar de verdad, se dijo.

—Busquen al niño y a la anciana.— ordenó a sus hombres, saliendo de ese cuarto, llevando uno de los prisioneros para que le indicara donde quedaba la alcoba del rey.

No encontró al viejo allí, así que obligó al hombre llevarlo a su oficina.

William por un pasadizo salió a una estancia dominada por un cuadro, luego abrió la puerta y allí si estaba el viejo, tras su escritorio.

El mismo abrió mucho los ojos cuando lo vio y mató al prisionero en su cara, cortándole el cuello.

—Volvemos a vernos las caras, viejo. —le dijo William amenazador.

—William Bowes-Teck V—susurró el viejo rey, pareciendo incrédulo de verlo.

—El mismo—le respondió deseando clavarle el cuchillo ahí mismo— William Bowes-Teck V. El hombre con el que no pudieron acabar tus hombres como ordenaste.

—Me imagino que fuiste tú el que atacaste la mina para aprovechar la distracción y meterte aquí, como tambien fuiste el que tomaste Baulgrana—susurró el viejo, habiendo palidecido a darse cuenta de su jugada.

Su reina por derecho  (LIBRO 2. Trilogía Reino de Baulgrana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora