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El jefe Hwang se reacomodó e inhaló un poco de su pipa. Dicha pipa hubo sido un preciado regalo por parte del omega dominante, razón real del porque siempre la tenía cerca. Estiró su ahora famélico brazo y cogió el vaso con escoces.

Kyu-Bok se acercó para disculparse y comentar que tenía que atender a otro paciente. Sin embargo, Hyunjin objetó.

—¿Te irás con él así?

—Joven Hwang, Yongbok está sedado y los medicamentos están haciendo su trabajo. No hay mucho que yo pueda hacer, además, mis hombres están aquí.

—Si algo sucede, ¿ellos sabrán manejarlo? —La mirada de Hyunjin reflejaba preocupación y cansancio.

Kyu-Bok lo miró con nerviosismo y después asintió brevemente.

—No tardes mucho —Seung se recargó majestuoso sobre el respaldo.

—Señor, volveré a la brevedad.

El hombre se inclinó a modo de despido y disculpa. Salió de la sala, y una vez afuera les explicó a sus hombres sobre la condición actual de Yongbok. Les dio la orden de ponerse en contacto con él si las cosas se salían de sus manos, al final, salió del edificio y se dirigió a su auto para marcharse.

De regresó a la habitación aséptica... Hyunjin observaba el mármol blanco del suelo mientras escuchaba atento a su padre. En su mano descansaba un rockglass y en la otra mano un cigarrillo. Hwang Seung sonreía brevemente al hablar de quien él creía el gran amor de su vida.

—Tonterías, todo siempre fue una tontería. Conocí a Baek a la edad de 7 años, él es dos años menor que yo y fue presentado ante mi padre como sobrino de Lee Yejun, o sea, mi padre omega. Mi padre siempre lo miró con odio y desprecio, estoy seguro de que él supo la verdad desde un inicio; además, él siempre fue tratado y educado como hijo menor de la familia principal del Blue Hat, mi hermano... mi compañero, mi igual.

El hombre inhaló de su pipa y después prosiguió.

— Al principio me importó una mierda todo lo que se refería a su existencia. Sus ojos oceánicos siempre lucían perturbados, se escapaba del pabellón destinado a los omegas y vagaba por la ciudadela exponiéndose de esa manera a alfas en celo y a matones que le doblaban en edad y en masa muscular. Pero nunca nadie le hizo nada, sabían que tenía el favor de Lee Yejun.

—¿Por qué? —infirió Hyunjin.

—No comas ansias... Él no hablaba mucho, tan solo estudiaba en silencio todos los acontecimientos. En la época de nuestra infancia los niños eran educados exclusivamente por el padre o madre omega y su servidumbre. Las cuestiones familiares las veía el jefe Hwang, Lee Yejun siempre estaba atrás en silencio, con la cabeza gacha y sin ninguna oportunidad de objetar si no estaba de acuerdo con algo. Yo siempre creí que mi padre y Lee Baek eran demasiado parecidos. Color de ojos, la forma en que su nariz se arrugaba ligeramente al estar en desacuerdo; cuando estaban molestos eran un glaciar imperturbable, pero si los escrutabas bien podías notar como su yugular se engrosaba. Era un deleite verlos siendo ellos mismos, como esos exploradores que estudian el comportamiento de los felinos asesinos en la sabana africana.

—Muy pronto me vi reducido a la sombra de Baek. Me escapaba de mi cuarto para acudir al pabellón omega, mi padre Lee solía mimarme mientras él entrenaba —Seung frunció el entrecejo—. Él todo el tiempo estaba practicando alguna arte marcial, meditaba por horas, sé que tenía ayunos extensos; mi padre lo entrenaba de forma excelsa, como si de su heredero se tratase. Si algo no hacía bien lo castigaba, lo asediaba, a veces era golpeado y otras humillado; Baek nunca se mostró endeble ni fatigado por el trato recibido a manos de mi padre omega, así es que lo vi convertirse en un real asesino a una corta edad. Era magistral verlo en acción...

【Paraísos artificiales】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora