Este capítulo ha sido editado el 27/11/2023. Sus cambios no alteran el curso de la historia.
Recordad apreciable lector que esto es un omegaverse y es puramente ficticio. Nos vemos en las notas finales.
El violento azul marino devora su cuerpo y no solo la presión ejercida por la profundidad lo lastima, enredada entre sus extremidades desnudas se halla una medusa. Una de estas asesinas silenciosas provenientes de su tierra natal, y él estira una mano para tratar inútilmente de alcanzar la superficie. Sus pulmones están siendo aplastados, ya que su cuerpo sufre un espasmo laríngeo con el único afán de no dejar entrar agua a su tanque de oxígeno natural.
Por otro lado, los brazos de esta asesina amorfa quema notablemente su piel blanquecina y él tensa la mandíbula dejando escapar burbujas de aire de entre sus dientes. Las quemaduras las tiene en todo su cuerpo, tiene miedo y mucho dolor... cierra fuerte los ojos antes de ser engullido completamente por la oscuridad del abismo.
Un ruido sordo hace que se remueva debajo de sus sabanas, abre un ojo y observa por la rendija de la cortina los nítidos rayos del sol. La cefalea lo aturde momentáneamente, ¿quizá es el ardor en los ojos? No lo sabe con exactitud, lloró demasiado, al menos hasta que su mente se fracturó y cayó inconsciente en los brazos de Morfeo.
El sonido sigue martilleando su cabeza así que se incorpora, pone sus finos pies sobre el suelo. En algún lugar de la habitación su celular está reproduciendo el tono de llamada, no lo busca y en su lugar se encamina hacia la puerta del apartamento. Cuando lleva su rostro a la mirilla observa a Junno, quien es la mano derecha de su padre, se pregunta qué sucede. Abre la puerta y aún somnoliento observa al tipo.
—Vístete. Te llevaré con tu padre.
—¿Perdón?
—Se ha tratado de poner en contacto contigo desde la mañana, abrígate. Afuera hace frío.
—¿Es realmente necesario que acuda?
—Te espero en el estacionamiento. —indica este restándole importancia.
Y él observa como el sujeto desaparece al girar por el vestíbulo, cierra la puerta y regresa a su habitación, una vez encontrado su celular se percata de las decenas de llamadas perdidas de su progenitor; hace un mohín alzando un poco el labio superior, se dirige al baño para tomar una ducha y es ahí donde saca de su pequeña cajita metálica su medicamento, mira su reflejo en el espejo de cuerpo entero para colocar la jeringa en el lugar adecuado.
Lo cierto es que ha notado cambios sutiles en cuanto a su omega. Este se mantiene menos disperso, no se siente todo el tiempo mareado o enfermo y sobre todo, sobre todo ha empezado a percibir aromas que anteriormente eran nulos.
Después de inyectarse el coctel de feromonas mira su reflejo, odia esas mordidas que lo han esclavizado. Supone que Hyunjin tiene razón, tan solo es un pobre omega marcado por un hijo de puta. Se sigue mirando y pasa su dedo índice por esa fina cicatriz horizontal no mayor a quince centímetros, levanta la vista y mira la soledad que habita dentro de sus ojos. No espera nada... no hay nada, no quiere nada.
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Más tarde, cuando hubo terminado de arreglarse sale del edificio ataviado en su típico vestuario, que consta de un pantalón de mezclilla, una camisa de un color neutro y sobre esta, un sweater; Junno tenía razón, el frío cala su piel, así que también lleva un abrigo largo color camel.
El alfa mal encarado lo observa y por vez primera siente pena por él. Su memorable belleza ahora es un nido de serpientes donde nadie quiere ser arrojado, y ese cabello entre dorado y platinado lo enaltece y lo hace lucir aún más perfecto. El tipo abre la puerta trasera del vehículo y espera a que el hijo de su empleador entre al mismo.
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【Paraísos artificiales】
Fanfic𝐻𝓊𝒾𝓇... 𝓈𝒾𝑒𝓂𝓅𝓇𝑒 𝒹𝑒𝒷𝑒 𝒽𝓊𝒾𝓇. Su existencia no es más que la cáscara que sirve para alimentar otro cuerpo. Los omegas siempre son eso, o ¿no? Al menos eso es lo que él piensa. A veces la vida de diversas personas se entreteje crean...