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Las feromonas de un omega en celo son sumamente convulsivas para un alfa. Sobre todo si este omega luce como una hermosa fresa salvaje. Una fresa tan roja y redonda, una fresa con forma de corazón.

Sus mejillas están tan sonrojadas, y de su boca hinchada nacen pequeños jadeos bajos, un halo de vaho caliente choca contra su níveo cuello. ¡Y por Dios! Las pequeñas pecas del omega se asemejan tanto a las protuberancias que adornan a esta clase de fresas.

Fresas silvestres que han tenido que sobrevivir ante la intemperancia del tiempo, o ante los animalillos hambrientos del bosque.

Bang Chan no puede más. Después de cerrar la puerta de su apartamento se deja caer en el suelo. Félix parece agitado, siente la mitad de su cuerpo entumecido y la otra mitad a punto de estallar.

¿Hace cuánto que no tiene un celo? No lo sabe con exactitud. Cuando siente el duro golpe debajo de él se esfuerza por abrir los ojos.

No sabe dónde está, pero eso no lo asusta, ¿qué puede asustar a un omega que ha vivido en el infierno tanto tiempo? Lo primero que ve, es al tipo grande respirando con dificultad, su manzana de adán sube y baja por su garganta. El alfa está realizando un gran esfuerzo para no hacer alguna estupidez.

Félix lo sabe... Después sube la vista hacia esos hermosos labios que parecen un tierno durazno, están tan llenos y parecen tan jugosos. Yongbok está sentado desprolijamente sobre él, y puede sentir indudablemente la erección de Christopher debajo de sí mismo. Sin embargo, no se mueve.

Su lubricante natural desciende desde su parte baja, haciendo que su olor sea más enajenante para la bestia del otro chico. Es consciente de no poder percibir el olor del hermoso hombre frente a él. Aunque eventualmente rememora el olor a bosque y a tierra húmeda, el omega de Félix está excitado, está listo para recibir al chico.

Estira una de sus frágiles manos y la posa en el cuello del más grande. Chan, quien tiene los ojos cerrados, siente el tacto de aquella mano y tirita violentamente. Vuelve a tragar saliva, «¿Qué mierda está pasando?» Se pregunta mientras intenta guardar la postura.

Fracasa, ¿Quién no iba a fracasar con semejante Dios griego? —Porque debe ser un Dios griego— de esos que transpiran sensualidad y con lo que todos quieren follar. El lenguaje verdadero del deseo.

Félix está tocando aún su cuello, es entonces que desciende un poco hasta hallar sus clavículas. Se yergue y ahora apoya la otra mano sobre la camisa blanca.

—¿Q- qué haces? —pregunta Christopher en un estado alterado.

Félix no responde, tan solo se sienta ahorcajadas sobre él. Su omega desea restregarse contra la tersa piel del otro chico como si esta acción le procurase tranquilidad, o como si esto fuera lo que estuvo deseando toda su vida.

Lo abraza, y pasa ambos brazos por detrás del cuello del alfa. El hombre tiembla y se aferra a la idea de que esta hermosa criatura tiene dueño, y él estuvo gran parte de la tarde con ese dueño.

—B- bast... —Su voz se entrecorta.

Ahora Yongbok lo hila hacia él, y sumerge sus delgadas manos en las hebras del cabello castaño. Lo está abrazando tanto, quizá quiere asfixiarlo con su olor. Y eso es lo que ocurre, Christopher tiene su rostro pegado a su esternón. Y cada caricia lenta le proporciona una corriente eléctrica en todo su cuerpo.

【Paraísos artificiales】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora