↫ 𝟱𝟮 ↬

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ᴍᴏᴢᴀʀᴛ - ʀᴇQᴜɪᴇᴍ ɪɴ ᴅ ᴍɪɴᴏʀ, ᴋ. 626.

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Min●- - - - - - -●Max

En su interior revivió absolutamente todo, el dolor se agudizó causándole arcadas. Dos años, dos malditos años viviendo en ese infierno. Y su padre, su progenitor, este tenía la posibilidad de acabar con todo con tan solo una palabra, una orden. Y él tuvo que crecer en ese nido de serpientes, creció sin amor y sin la benevolencia de una madre cariñosa; sin ternura. Creció con tumores en el alma.

De existir un aparato, como un escáner capaz de detectar el cáncer en el alma. ¡Dios!, él estaría cundido, el cancro mismo, así podría ser llamado.

Se orilló en la avenida incapaz de seguir manejando. Las imágenes y las palabras dichas por su propio padre en aquél video retumbaban en sus oídos y muy dentro en su corazón. Él le dio todo, él le dio un hijo del cual sentirse orgulloso, él le dio su lealtad.

Cayó en un mar de lava a muy temprana edad y al verse en la necesidad, él solo salió de ese lago volcánico. Recordó en flashes asquerosos la respiración sobre su cuello, las palabras burdas, los hematomas posteriores. Pero también recordó cuando su padre lo despojó de su legado, rechinó los dientes ante el coraje y el entendimiento.

—¿A qué te refieres? —Su padre movió la pieza en el tablero Janggi.

—Pronto cumpliré 18 años y tendré que presentarme ante el consejo como todos los de sangre Kim.

—Tú no.

—¿Yo no? —Al igual que su padre, hizo su movimiento. Sabía que Kyu-Bok estaba a punto de joderlo.

—No —respondió realizando la jugada correspondiente para ganar la partida.

—¿Por qué yo no?

—No puedes siquiera ganarme una partida de Janggi, ¿Cómo planeas cargar con tremendas responsabilidades?

Él lo miró encolerizado, miró su propio desastre en el tablero y ante una ráfaga de rabia, tiró todas las piezas al suelo. Se levantó para salir del salón, no obstante, antes de irse, escuchó:

—No puedes controlar ni siquiera la ira al perder una estúpida partida. ¿Te la llevarás? No tienes la paciencia, ni la disciplina. Dak-Ho la tenía, él era un perfecto heredero para el anillo Kim.

Seungmin tragó ante el ultraje a su intelecto y apretó con fuerza una de las piezas claves que había cogido antes de que comenzara el juego, aun y con esa pieza faltante, su padre lo había destrozado y ahora le negaba el anillo Kim, en realidad siempre lo hubo hecho.

El Minnie de la actualidad lloró porque entendió lo poca complejidad de lo sucedido. Él solo era un puto títere para complacer los deseos asquerosos y crueles de su hermano mayor, del verdadero heredero Kim. Siguió llorando y en este punto golpeando el volante con fuerza lastimando sus blancos nudillos.

Él nunca tuvo la capacidad de convertirse en la cabeza Kim, en la cabeza del blue hat, solo fue una herramienta defectuosa.

Sus manos temblaban al igual que sus labios. Estaba roto, siempre lo había estado y siempre lo estaría. Supuso que conocer a Innie fue lo mejor que le paso en la vida, aferrarse a la vida, a una mentira. El sería el segundo por siempre...

—El segundo —dijo en un chillido algo ahogado.

En su interior creció la demencia. Lo cogió todo a su alrededor como hace una década, cuando mató a sangre fría a su medio hermano en el rio.

【Paraísos artificiales】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora