Yo Soy Alfa [YoonMin]

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Jimin cree que toda su vida tendrá por sentado que es un omega distinto a los demás. Su falta de aroma e infertilidad lo ha perseguido desde el día en que se presentó y cada que debe presentarse en un sitio nuevo lo seguirá hostigando.

Puede recordar aún vagamente el día en el que conoció a YoonGi, a sus 12 años, un par de meses después de que se supo de que era un omega. En esos días ya había comenzado a ser desplazado casi por completo de lo que habían sido sus compañeros de clases, las primeras semanas los rumores sobre él habían sido muchos, pero intentó ignorarlos lo mejor posible.

Fue...en el patio trasero del colegio, allí había una canasta de básquet además de las que habían en el gimnasio para el entrenamiento del equipo. Jimin solía ir por allí a almorzar en soledad, era tranquilo, demasiado, y a veces le gustaba leer un poco o simplemente la paz que emanaba el sitio perfecto para su presencia. Justo debajo de aquel árbol.

Pero ese día no estaba solo. Habían niños, de su edad probablemente. Uno de ellos era de cabellos negros y muy pálido, delgado, tenía una pelota de basquetbol en la mano. Y habían otros dos frente a él, mucho más altos, y por la pequeña ventisca de aire, supo que eran alfas.

—¿Por qué no te vas a jugar a otro lado y nos das el balón? Nosotros tenemos que entrenar para ingresar al equipo, tú no, eres solo un inútil cachorro. Además, solo alfas y betas pueden entrar.

—¿Y qué te hace pensar que cuando me presente no podré entrar?

—¡Já! ¿Te has mirado a un espejo? Los alfas a los 11 o 12 años ya se presentan y nuestros cuerpos pasan por muchos cambios. Tú eres diminuto, sencillamente serás un pobre omega —y entonces, forzaron a quitarle la pelota.

—¡Oigan! ¡Ustedes dos! —Jimin rápidamente había corrido a la ayuda, quedando a un lado del niño pálido, que le observaba confundido.

—Oh, no me digas que eres Park Jimin, el omega fallido de primerito —se burló uno de los imbéciles, y sencillamente había sentido muchas ganas de partirle la cara aunque sabía que no era buena idea—. ¿Qué vas a hacer? ¿Eh? Un omega tan inútil como tú ni siquiera debería acercarse a hablarnos —entonces fue empujado bruscamente, pero el pecho del pelinegro impidió que cayera de espaldas.

—Que sean felices juntos, la parejita de fenómenos.

Y por mucho tiempo, habían sido dueños de aquel apodo. La parejita de fenómenos. Claro, hasta que fueron creciendo y los apodos poco a poco iban siendo más hirientes. Pero desde ese día, no habían vuelto a separarse. Habían sido mejores amigos y los comentarios nunca les afectaban, al menos que se sobrepasaran y entonces YoonGi era el primero en actuar.

Lo que Jimin nunca tuvo idea, fue de cuándo fue el momento en el que se enamoró de él.

No sabe en qué momento de aquellos cinco años fue que comenzó a sentirse atraído por los atractivos de su "pequeño alfa" en ese entonces, de aquel cachorro que juraba sería un alfa aunque todos digan lo contrario. Quizás haya sido con sus palabras de aliento, sus consuelos, sus toques o como jamás dejaba que nadie se le acercara con malas intenciones sin antes recibir unos golpes.

Pero Jimin lo amaba, su omega amaba a ese chico. Muchas veces se odió por no ser normal y no poder ser el omega que YoonGi necesitaría en un futuro, pero mientras se mantuvieran juntos todo estaría bien.

Mientras siguieran siendo mejores amigos, nada malo pasaría.

Y por eso Jimin, ahora, se estaba descuidando tanto. Porque había conocido a otro alfa que no le importó lo malo de su biología, y le hablaba a todas horas del día para saber de él.

Él no merecía a YoonGi, y YoonGi nunca podría verlo como algo más que un amigo, entonces ¿qué mas daba ahora? ¿Qué tan difícil sería cambiar sus sentimientos para que pueda gustarle alguien más con quien quizás sí tenga una oportunidad? ¿Qué tan difícil?

¿Y qué tan fácil es caer en las mentiras de otra persona?