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Después de un exhaustivo entrenamiento de básquetbol, YoonGi había esperado pacientemente en los vestuarios a que las duchas fueran desocupadas

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Después de un exhaustivo entrenamiento de básquetbol, YoonGi había esperado pacientemente en los vestuarios a que las duchas fueran desocupadas. No era tímido ni se avergonzaba de su cuerpo, simplemente no le gustaba pasar más tiempo del necesario con aquellas personas, sus compañeros. No olvidaría que algunos de ellos habían sido los que lo acosaron por años, tanto a él como a Jimin. 

Simplemente se dedicaba a esperar con su celular, con alguna conversación con HoSeok o NamJoon ocasionalmente hasta que estos decidían retirarse a sus hogares. 

Una vez el lugar se sumergió en un profundo silencio, se decidió por ducharse. No tardó más que cinco minutos, después de todo debía ser rápido, solo para despegar el olor a sudor de su cuerpo.

Ató una toalla despreocupadamente por su cintura, saliendo a los vestidores; aunque casi recibiendo un infarto del susto al ver una presencia allí parada. 

—¡Jimin! Me asustaste, ¿qué haces aquí?

—Te...te espero como después de cada entrenamiento para ir a casa, ¿no? —El peli-rosa inclinó su cabeza un poco confuso ante aquella interrogante. 

—Oh, cierto, de todas formas ¿qué haces aquí metido? Sueles aguardar afuera.

—Yo...solo no quería estar solo afuera. 

—Mh, ¿estás bien, Minnie? —Pregunta ante su extraño comportamiento, acercándose un par de pasos de los que los separaban. Jimin no puede evitar sonrojarse furiosamente al tener al alfa más cerca suyo, su pálido pecho frente a sus ojos que intenta apartar de la fuerte figura. Traga pesado mientras intenta formular alguna oración coherente en su cabeza.

—S-Sí solo-solo... —Park tartamudea al mismo tiempo que una pálida mano acuna su mejilla, haciéndole subir la mirada a aquellos ojos pintados en negro. Por mucho que le encanta poder fingir haber dejado su timidez atrás, cada que se encuentra frente a su mejor amigo su fortaleza se escabulle, y cree estar encontrándole una explicación razonable a lo que le ocurre.

—Jimin, ¿estás en celo? —Pregunta en un tono lo suficientemente bajo y grave como para erizarle los vellos de su cuerpo, el omega no puede evitar tomar una bocanada de aire que fluye por sus pulmones, sintiendo al mismo tiempo el poderoso aroma del alfa líder de arándanos y chocolate negro.

—N-No pero creo que en estas semanas... —Jimin siente su vientre cosquillear nerviosamente. Que el alfa que amaba se sintiera igual de afectado que él aún sin tener un aroma propio le hacía sentir un poco...orgulloso. 

—Jimin, ¿has estado con otro alfa?

—Hyung...

—Jimin —vuelve a repetir, enjaulándolo contra los casilleros de metal, quitando cualquier rastro de espacio personal que pudiera existir—, eres mío.

Y sin siquiera lograr dejarlo ingerir aquellas palabras, sus labios son unidos. Un beso acalorado y tranquilo, pero al mismo tiempo tan deseado por ambos. Se sintió como una ambrosía saciando sus deseos, como agua en medio del desierto. Porque después de tantos años, por fin estaban probando el sabor de los labios contrarios. Se saborearon entre sí como si fuera la última vez que pudieran volver a tocarse, dejando fluir sus sentimientos en un solo contacto. 

Las pálidas manos bajando a la cintura del omega y el peli-rosa jalando de sus omóplatos para intentar traerlo más cerca aunque fuese imposible, interminablemente juntos.

Pero aunque hubieran querido que fuera para siempre, la realidad golpea tarde o temprano. 

Y Jimin fue quien tuvo que obligarse a luchar contra su deseo para alejar al alfa de su cuerpo, dejándolo confundido.

—¡Por qué hiciste eso, hyung! —Exclama entonces, sobresaltando al pelirrojo.

—Jimin, yo creí que-

—¡No puedes hacer eso! ¡No ahora! —Park intenta apretar sus labios cuando los siente temblar, sus ojos llenándose de lágrimas en cuestión de segundos. Habría deseado que toda la situación fuera diferente, no algo instintivo por su celo, sino real.

Y todo no hace más que confundir a YoonGi más de lo que ya está. 

—Yo- es que creí que tú me...

—¡No! —Min abre sus ojos con sorpresa ante aquella exclamación, sintiendo su corazón apretarse dolorosamente—. Sí, no...¡por qué te tardaste tanto! Ya es tarde, YoonGi, yo...encontré a mi predestinado. 

—¿Qué? —La boca del mayor está seca, quedando en blanco ante aquella declaración que le cae como un balde de agua fría a su cuerpo. Eso no puede ser cierto, ¿verdad? Esas cosas casi nunca ocurrían. Un predestinado no debería cambiar lo que sientes por alguien pero...mierda—. ¿Cómo? ¿Cómo sabes que es tu predestinado, Jimin? Es imposible.

—No sé, YoonGi, solo es algo que se sabe, que se siente. Él...él pudo percibir mi aroma —y solo entonces, el alfa siente que podría llorar. Demasiado tarde, demasiado para actuar ahora—. Te amo, YoonGi, pero esto no va a poder ser. Somos mejores amigos, no quiero que arruinemos lo nuestro.

Y sabe que tiene razón, ha perdido.

—Puedes entenderlo, ¿verdad?

—Sí...

—No sigamos con esta relación falsa tampoco, solo...volvamos a la normalidad.

Y YoonGi no sabrá cuánto tiempo quedó en silencio, cuánto tiempo habrá pasado desde que quedó solo en aquel vestidor. Solo tiene conciencia de los dolorosos latidos de su corazón. El saber que nunca, nunca en su vida podría estar con la persona que ama desde hace años por no haber sido directo. Ahora conoció a su destinado, y lo único que él tendrá serán pedazos rotos de su corazón y de una amistad que deben volver a armar.

Sus lágrimas fluyen en la oscuridad y su lobo aúlla con pesar a la luna que decidió ser tan cruel con su destino.



Sus lágrimas fluyen en la oscuridad y su lobo aúlla con pesar a la luna que decidió ser tan cruel con su destino

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Yo Soy Alfa [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora