O 9

65 9 5
                                    

O 9

''Deja vu''



Simón acercó un cigarrillo hasta sus rosáceas comisuras, antes otorgar una calada hacia dicho tabaco. Sus párpados sellaron el uno al otro, sus músculos optaron la distensión instantáneamente y el aplacamiento de todo cuestionamiento arribó tan pronto el humo llenó sus hambrientos pulmones. Indescriptible aquello que experimentaba al saciar su ansiedad mediante los distintos vicios, recurrentes en su día a día. Si bien su arribo en la academia había sucedido treinta minutos atrás, ¿por qué habría de contenerse, según su criterio? Requería un respiro, a posterior a tan ardua festejo horas atrás.

El cumpleaños de su mejor amigo había sido renombre, pese los lloriqueos y persecuciones compartidas. Le otorgaron mayor plus, inclusive. Nada que un tradicional cachipún, denominado mundialmente como ''piedra, papel o tijeras'';  no regulizara. Aún cuando nuestro protagonista dilapidó sus oportunidades en cada una de las partidas jugadas, nunca perdió la esperanza, animándose a corear un par de canciones, como medio de apoyo hacia su amistad. Porque, indiscutiblemente él no era rencoroso. Quizás un poco, una gota, tal vez; pero el alcohol en sus venas era mayor a cualquier disciplina competitiva para aquella ocasión.

Y, para el lamento de quienes lo presenciaron; había despojado su prenda superior, antes de comenzar a encarnar distintas coreografías improvisadas, cual estrella mundialmente renombrada. Se conservaba en forma, pero su ego continuaba injustificado, así presentase incontables atributos físicos a presumir. No obstante, el público pareció estimarlo, admitiendo todo coqueteo escénico mediante una sencillez inopinada; reforzando en Simón su concepto sobre sí mismo del ejemplar más atractivo del planeta. Supongamos que por algo su cumpleaños se situaba en la época de Leo.


― ¡Simón! ― llamó Matías, llegando con café en mano hasta donde nuestro castaño reposaba.

― ¡Mi llorón favorito! ― replicó a modo de saludo, provocando que cualquier rastro de felicidad en el rostro perteneciente a su mejor amigo se esfumara, ante dicho apodo.

― Cállate, mierda. ― contestó de mala forma, aunque aún así, chocando puños de una manera específica con el pelicafe, al ser dicho gesto parte de su saludo especial.

― Pero, si yo no dije ninguna mentira, sólo mencioné lo que mis adorables ojos presenciaron el día de ayer. ― sosteniendo correctamente el cigarrillo encendido entre sus delgados dedos, poso ambas manos a los costados de su cabeza, como si estuviese delegando cualquier tipo de responsabilidad. No obstante, esto no sería extraño viniendo de Simón, el adolescente con menos responsabilidad afectiva y deseos de hacerse cargo de sus propios actos, los cuales desencadenan en múltiples ocasiones innumerables consecuencias.

''Adorables ojos''... ― entrecerró sus párpados incrédulo. ― ¿ahora eres un pequeño querubín inocente?

El joven fumador asintió con una tenue sonrisa esbozada.

― Pues, vaya inocencia conllevan tus travesuras, déjame decirte. ― alzó sus cejas, apoyándose contra la pared tras su mejor amigo y él, en tanto al mismo tiempo optaba por darle un trago a su vaso. ― porque anoche casi le llenas la cara de semen al Benja.

𝖯𝗂𝗇𝗍𝖺𝗇𝖽𝗈 𝖠𝗓𝗎𝗅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora