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''Presente Inopinado''.







Aquella noche de sucesos imprevistos, donde muertos resucitaban y milagros acontecían; cierto azabache, autor de incontables obras artísticas, ojeaba mediante su teléfono un perfil online en particular. Pésimo hábito adquirido accidentalmente, desde su primer encuentro cara a cara con un peculiar castaño, reconocido por el público. Solía inspeccionar de vez en cuando sus respectivas actualizaciones; memorizando inconsciente sus hábitos recurrentes, junto al círculo cercano perteneciente a este. Ni siquiera su única amistad, Maite Rojas, poseía dicha información entre sus conocimientos; puesto que en el fondo, no sería motivo de orgullo.

¿Por qué estaría tan al pendiente, si aquel efebo le fuese indistinto?


― ¿Qué pasa, guantes? ― consultó hacia el minino, autor de numerosos maullidos.― ¿quieres cariño? ― retomó el interrogatorio, en tanto este frotaba su cabecita contra el hombro impropio; prosiguiendo la exigencia. ― dios, eso quieres, ¿no? ― entrecerró ambos párpados en cuanto contempló al costado, mientras acariciaba mediante sus uñas la mandíbula del felino. ― claro, a mi guantitos le encanta la atención. ― el susodicho emprendió un característico ronroneo, a modo de afirmación. ― comprensible, claro. 

Cubriéndolo junto a él a través de cierta colcha; aquel bicolor acurrucó su anatomía entre la costilla y húmero adverso. Coincidiendo su canturreo, con el ritmo respiratorio propia al artista, amasaba vehemente, como si este retratase su figura materna. Aunque inconfundiblemente, aquel calor hogareño podría serle otorgado exclusivamente gracias a su figura de apego. Padre o madre, lo relevante en sí era que sería amado hasta el término de su existencia. No obstante, ¿habría considerado dicho animalejo que su vida podría perecer en algún momento?

Lucas optaba disipar ese tipo de cuestionamientos, a penas arribaban en su memoria, puesto que reconocía con suprema antelación la contestación. La fecha donde le tocara partir, se habría llevado consigo un pedacito de él que ningún otro ser habría alcanzado a presenciar. Habría perdido para siempre su más preciada compañía, aquella que presumiría cual trofeo; si la oportunidad se otorgase por sí misma.

De vez en cuando, las lágrimas brotaban al revivir dichos recordatorios.

Y mientras se cristalizaba su visión, experimentaba ''su pequeño mundo'' amenazado.


Quizás ahí acabaría todo...

Cuando ello aconteciera.

¿Podría soportar una muerte más?

Interrogaba hasta el cansancio.


Meow. ― íntegramente convencido de que su humano comprendería a la perfección el sentimiento comunicado, exclamó.

𝖯𝗂𝗇𝗍𝖺𝗇𝖽𝗈 𝖠𝗓𝗎𝗅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora