XVII

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Jungkook pensó que todo en su vida se iba a tranquilizar cuando dejó de sentir la presencia del supuesto Dios en todas partes, pero cantó victoria muy rápido porque después de una semana, empezó a sentir de nuevo como lo vigilaban cuando camina de regreso a casa o cuando estaba en los pasillos de la escuela y ni mencionar de las noches que intentaba dormir.

Trataba de ignorarlo, pero no era un sentimiento muy cómodo.

-¿Por qué no me deja en paz?- gritó cuando no pudo concentrarse más haciendo su tarea, por la penetrante mirada de él sobre su espalda.- Sé que está aquí, por Dios, hace más frío cuando tú estás.

Espero pero seguía sin aparecer frente a él.

-¿Qué quiere? Déjeme en paz de una vez.- de la esquina de su cuarto vio rodar algo hasta detenerse en sus pies.- Otra vez este anillo.- Lo levantó del piso.

-¿Que te molesta?- Escucho detrás suyo.

-Tú.- se giró para darle la cara ignorando el susto que le había sacado.- No sé que quiera, pero tenga por seguro que yo no se lo puedo dar.

-¿Como estás tan seguro? Ni siquiera sabes que busco.- Se cruzo de brazos apoyándose sobre la pared.

-¿No es el Dios del inframundo? ¿Que más podría querer sino mi alma?- YoonGi casi ríe ante esa pregunta.

-¿Crees quiero llevarme tu alma?- Jungkook asintió.- Oh claro, deseo mucho eso.- Camino hacia donde estaba Jungkook.- Quiero tomarte a ti y a tu alma y llevarlas en mi barca por el río de las almas hasta el inframundo, quiero tener ahí y que no puedas dejarlo.- Jungkook de estremeció por la profunda mirada que le daba el otro, había cierto destello azul en sus ojos.

-¿Por qué?- retrocedió cuando YoonGi estuvo lo suficientemente cerca de él como para sentir su respiración.

-¿Por qué?- Repitió.- Jungkook, tú aceptaste ser mío.



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Casi olvidó publicar hoy

Until I Find You Donde viven las historias. Descúbrelo ahora