-Hola linda-
Rodé los ojos.
-¿Qué quieres, imbécil?-
El chico puso sus manos en el pecho e hizo un gesto de dolor
-¿Por qué me hablas así? Yo me acerco con todas las buenas intenciones y tú me atacas tan cruelmente... ¿Es que acaso no tienes sentimientos?-
Seguí masticando lentamente, mientras la gente sentada a mí alrededor pausaba su almuerzo para mirar la escena a pesar de que el recreo de almuerzo se acabaría en un par de minutos. Deberían dejar de mirarnos. ¿Por qué siguen mirándome?
-De todas formas, querida, vine a dejarte tu tarea. Que te diviertas, y no te quedes hasta muy tarde, me preocupa tu salud.-
Dejó un montón de papeles y libros frente a mí, para luego irse riéndose con sus amigos idiotas.
Terminé mi comida y me dirigí a mi siguiente clase, por supuesto que dejando su basura sobre la mesa del comedor. No pienso hacerle la tarea a ese cretino. No pienso hacerle la tarea a nadie.
Entré por la puerta de la sala 304, también conocida como la sala de matemáticas para cuarto año. Tome mi puesto usual, al lado de la pared, me apoyé y cerré los ojos, suspirando profundamente.
-Oye, oye, despierta.- Una manota me movió los hombros, luego comenzó a moverme la cara de lado a lado.
-¿Qué?- Intenté que el odio se escuche a través de mis silabas, se vea a través de mi mirada y se expanda a través de mis poros. Alejó su mano de mi rostro.
-Se te quedó esto en el comedor querida.- Y el muy imbécil volvió a dejar su tarea en mi escritorio. Luego se sentó en el puesto al lado del mío.
Ni siquiera los miré. Simplemente los tiré al piso con un brazo.
Y en ese segundo entró el profesor.
Salí de la clase lo antes que pude, sabiendo que tendría que enfrentarme a las consecuencias de mis acciones tarde o temprano. Casi corrí a mi casillero a dejar mis cosas cuando escuché un leve "ejem" desde atrás.
Me di vuelta de un salto. Él estaba apoyando una mano en el casillero detrás mío y casi todo su peso contra mí. Podía ver sus ojos celestes, y por un segundo me perdí en ellos. Por un segundo olvidé cuando odiaba a su dueño, por un segundo...
-Volviste a dejar mi tarea querida, te estas volviendo muy olvidadiza.- Susurró en mi oído, me obligué a reprimir un escalofrío. No me moví. Solo cerré los ojos con fuerza y esperé hasta que él se alejara. Cuando esto ocurrió relaje todos mis músculos y lancé un largo suspiro.
Pasé todo ese día con la cabeza gacha y el perfil bajo. Nadie debía notarme. Nadie podía encontrarme. Porque nuevamente abandoné los papeles. Solo que esta vez los dejé en su casillero junto con una linda nota que decía "Come Mierda." Y una cinta rosa.
Sonó la última campana y pude relajarme. Me dirigí a la salida y pisé la calle, ya segura de que estaba a salvo, pero en el momento en que giré la esquina...
-Linda nota, no creí que una chica como tú tendría un vocabulario como ese.- Él se acercó unos pasos.
-Bueno, al parecer, conozco un par de cosas más de las que enseñan en clases.- ¿Qué estoy haciendo? ¿Alguien podría por favor explicarme porque no estoy corriendo por la calle buscando ayuda? ¿Qué está mal conmigo?
-Mejor para mí. Ahora al menos sé que la niña callada sabe un buen par de palabras. Y de las grandes.- Estábamos cerca, tanto que podía escuchar su respiración, ver las pecas casi invisibles que se encontraban en su nariz. Rompí la distancia dando otro paso.
-Así es, la chica tímida sabe hablar, y no piensa hacer tu tarea.- Lo empujé, o lo intenté al menos, ya que él no se movió ni un centímetro.-Lo mejor sería que aprendas a pensar y te pongas a hacerla tu solito.-
-Rayos. Pobre yo.- Estábamos muy cerca, más que en el casillero. Más de lo que había estado nunca con nadie. Podía sentir su respiración sobre mi rostro, sus ojos, su nariz y sus labios acercándose cada vez más. Sus labios me llamaban. No pude evitar apoyarme en la punta de mis pies, cerrar los ojos vino como un reflejo natural, a pesar de que el lado conciente me mi mente me gritaba que debía correr. Por un momento, el sentido común no dominaba mi mente. Nuestras respiraciónes se mezclaban y él giró la cabeza solo un par de grados. Los centímetros justos para que nuestras narices no colapsen.
Y antes de que pueda evitarlo, estábamos besándonos.
Un beso apasionado y todo menos tranquilo. Sus manos se movían por mi espalda y las mías por su cabello. Pidiendo más cercanía, no podía evitarlo. El lado más animal de mi naturaleza mandaba mis sentimientos. Necesitaba más, lo olvidé todo. Nisiquiera estaba segura de que mis pies se encuentren en el piso. Ambos perdíamos el aliento, y cuando creía no poder más, nos separamos.
-Valla, la chica sabe hablar y besar. Estás llena de sorpresas.- Me susurró en el oído.
-Cállate- le respondí pegándole en el brazo, luego me alejé. Conservando lo poco que quedaba de mi dignidad e intentando ignorar mis temblorosas rodillas y la electricidad que recorría mi espalda
-Ah sí - Comencé a gritarle desde el fin del callejón.- No pienso hacer tu estúpida tarea.-
No puedo creer lo que acaba de pasar. Soy una idiota.
I want your love and I want your revenge you and me could write a bad romance
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Canciones y otras locuras de amor.
Short StoryUna canción, una historia. Si puedes, pon la canción en modo repetición hasta terminar la historia, le da un toque. Pero si eres de esas personas que quedan enfermas de una canción por culpa de la repetición, entonces solo escuchala antes de comenza...