Ambos entraron cual explosión por la puerta, liberándose bruscamente de las prendas que cubrían su cuerpo, logrando de alguna manera nunca separar sus labios.
El chico la apretó contra la pared, mientras ella movía las manos por su espalda, bajo su polera. Se separaron un momento, los milisegundos suficientes para que la polera vuele desde la piel del muchacho hasta el piso. Luego fue el turno de ella.
Tenía un brasier Rosa de encaje, muy femenino en comparación con la actitud de la chica, quién empujó suavemente a su pareja y se sentó sobre la cama de tamaño doble. El chico la miró sonriente mientras ella, con un solo dedo, le hacía gestos para que se acerque.
Giraron sobre la cama, unidos en un brutal baile, sin perder el ritmo ni un momento.
En un momento dado, cuando los vidrios ya se habían comenzado a empañar y las gotas de transpiración corrían por su espalda, mezcla de la actividad y de las altas temperaturas del verano, ambos pantalones rozaron finalmente el piso y la pareja se movió al unísono, siendo uno.
Me moví un poco sobre la incómoda rama del árbol y corrí la vista. Nunca observaba esta parte, era demasiado doloroso. Saber que él amaba a otras chicas. Incontables chicas, pero él jamás me miraría a mí. No de la forma que yo lo hago, de todas formas.
Los gritos y las respiraciones exhaustas me hicieron notar que ya era seguro seguir observando. Volví a mi posición original, binoculares en la mano y mis piernas apretadas con fuerza alrededor de la rama en que me encontraba, permitiéndome el equilibrio.
Mi despertador gritó en mi oído, recordándome que mi sueño no era real, que no era sábado, que el mundo todavía no había sido destruido bajo la tercera guerra mundial y que tendría que ir a la escuela, la cual, tristemente, es sin dudarlo la peor de todas las opciones anteriores.
Lentes oscuros para cubrir mis ojeras y café para esconder mis pocas horas de sueño.
El bus escolar me recoge igual que siempre. Los estúpidos a mí alrededor gritan y corren. Mis converse resuenan contra el piso mientras mi cansados pies se mueven de sala a sala.
Luego toca el almuerzo.
Este es mi momento favorito. Aquí es cuándo puedo verlo nuevamente. Siempre se sienta en la mesa de los chicos populares, justo al lado de los grandes ventanales que iluminan todo el comedor. Puedo simplemente sentarme en una de las bancas del campus y observarlo. Ver como toma la mano de su novia y pretender que soy ella. Ver como ríe con sus amigos y hacer como que escuche el chiste. Como que rio con ellos. Como que soy ellos.
Campana, gritos, zapatillas contra el piso, profesores, preguntas, respuestas, zapatillas, bus, caminar, escalar, acomodarme sobre mi rama, tomar mis binoculares, observar. Jugar a ser ella. Soñar a estar con él.
La misma rutina de todos los días.
Look at the mess you've made
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Canciones y otras locuras de amor.
Short StoryUna canción, una historia. Si puedes, pon la canción en modo repetición hasta terminar la historia, le da un toque. Pero si eres de esas personas que quedan enfermas de una canción por culpa de la repetición, entonces solo escuchala antes de comenza...