Mrs. Jackson - Panic! at the disco

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Luché por avanzar con las manos y brazos llenos de compras. Intenté sacar las llaves de mi bolsillo, logre abrir la puerta del departamento y wuuups.

Allí estaban ellos.

-Lo siento. Lo siento. Lo siento- Dejé las bolsas en la cocina, le lancé una incómoda sonrisa a mi compañero de cuarto y a su novia, quienes se encontraban besándose apasionadamente cuando yo los interrumpí, y ahora me miraban con cara de "Eh, ¿te importaría?"

Casi corrí hacia la puerta de mi habitación, la cerré de un portazo y me senté frente al computador.

-¿Cuándo voy a dejarla ir?- Me pregunté a mi mismo mientras intentaba ignorar ese sentimiento extraño en el estómago.

Y esta es la historia... Llevo enamorado de ella, Lizzie, desde que la conocí. Y ella ha sido la novia de mi compañero, Jim, desde que lo conocí a él. Y duele. Mucho.

Respiré profundamente, intentando distraerme. Prendí el computador y pasé allí las horas necesarias.  Luego me tumbé sobre la cama y esperé a que me llegue el sueño.

El día siguiente fue un día como cualquier otro. Me levanté, lavé los dientes, comí, salí a la universidad, Jim se quedó en el departamento, él terminó sus estudios el semestre pasado.

 Tuve mi primera clase, me encontré a Lizzie de la mano con otro chico. Otra hora de clase, y en el almuerzo encuentro a Lizzie besándose con un tercer tipo. Otro par de horas, estudiar en la biblioteca, llegar a casa y encontrar a Lizzie con Jim. ¿Linda rutina, no?

Ahora, puedo escucharlos juzgándome. Puedo escuchar sus preguntas, puedo sentirlos mirándome con desprecio. Pero... ¿Qué quieren que haga? Yo la amo, y jamás tendría el valor para decirle a Jim que su novia tiene varios otros novios en la universidad, aún menos para confrontarla directamente. Asique lo único que yo hago es observarla. Ver su cabello brillar cuando se sienta al lado de la ventana en cálculo. Reír de alguno de sus chistes que escucho a través de las finas paredes del departamento. Admirarla a lo lejos. Los chicos como yo no tienen otra opción.

Salgo de mi habitación a buscar un poco de comida del refrigerador, y la encuentro sola en el sofá de la salita.

-¿Dónde está Jim?-

-En el baño.-

Incómodo silencio. Decido abrir el refrigerador y encontrar alguna basura para volver a mi habitación lo antes posible, pero...

-Hoy día me viste con Hans, ¿verdad?-

Salto  ante la inesperada pregunta.

-Di... Dis... ¿Disculpa?-

-Te vi mirándonos en el almuerzo. ¿Qué más has visto?-

Suspiré, sabiendo que no podría evitar el tema para siempre.

-A varios más.-

Frunce el ceño y se lleva la mano a la boca, pensando. Se ve hermosa.

-Oye, quiero que sepas que no he engañado a Jim.- Puso los ojos en blanco.- Déjame reformular eso. Ninguno de esos tipos es en serio. Nunca veo a uno más de dos veces, y no tengo sentimientos reales por ellos. –

-Entonces... ¿Qué es?-

Se quedó en silencio. Y yo volví a mi habitación. Comí la comida que conseguí y caí rendido sobre mi almohada.

-No puedo creerlo.- La voz de Jim, que retumbo por mi habitación.

-Perdóname.- Esa era la voz de Lizzie.

-¿Cómo quieres que lo haga? Ya no puedo confiar en ti.-

-No lo entiendes. No sé lo que me pasa. No puedo evitarlo.-

-Pudiste habérmelo dicho. Pudimos haberlo hablado. Sin embargo tengo que escucharlo desde el pasillo mientras se lo dices a mi compañero.-

-Te dije que lo siento, que soy una tonta.- Ahora su voz sonaba llorosa.

-¿Sientes haberlo hecho, o sientes que yo me haya enterado?-

Silencio.

Luego escuché unos pasos dirigiéndose hacia la pieza de Jim, otro momento de silencio y unos pasos dirigiéndose a mi habitación.

Lizzie abrió la puerta.

-¿Escuchaste lo que acaba de pasar?-

Asentí. Ella seguía apoyada contra la puerta, sus manos jugando con el cerrojo.

-¿Te encuentras bien?- Le pregunté, sentándome en la cama.

-Ven.- Miró hacia el piso frente suyo.

-¿Qué?-

-Acércate.-

Seguí sus instrucciones. Me paré incómodamente frente a ella.

-Más cerca.- Esta vez fue casi un susurro. Mi corazón comenzó a latir más fuerte, y mis ojos solo podían concentrarse en sus labios. Respiré profundo, ella olía a vainilla y a limpio.

Antes de que me dé cuenta, la distancia entre nosotros desapareció completamente. Y fuimos uno.


Are you nasty?

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