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Scarlett's POV:

Lo último que recuerdo fue el rostro de la doctora Hahn diciéndome que contara del diez al uno, pero tan siquiera recuerdo cuál fue el último numero que dije. Solo recuerdo mi cuerpo ser levantado para ponerlo en la mesa de operación.

Y al despertar, la cara de mi hermosa Elizabeth, estaba recostada en la cama, jugando con los mechones de pelos alborotados que reposaban en la almohada.

- Buenos días -mi voz estaba rasposa, alzó la mirada sonriendo- ¿Dormiste bien?

- Scarlett solo fueron unas horas, ¿estás bien? -se acomodó en la silla para quedar más cerca.

- Estoy bien -sonreí cerrando los ojos, las drogas que me habían dado hacían que no sintiera la mitad de mi cintura hacia abajo.

- ¿Te duele? -rozó mi mejilla haciendo que abriese los ojos de nuevo.

- No, pero probablemente cuando la anestesia desaparezca, sí -alcé la mano para que me diera la suya- Elizabeth, te amo.

Su cara cambió de mil colores y yo solo cerré los ojos durmiéndome.

Desperté tres horas después con un dolor punzante e incómodo en la entrepierna. Pero estaba completamente sola en la habitación, segundos seguidos entró Lizzie con una bolsa de comida y hablando hacia atrás explicándole algo a...

- ¿Mamá? -hablé tratando de acomodarme en la cama para sentarme, lo cual se me hizo imposible por el dolor.

- ¿Por qué cuando te pasan estas cosas nunca llamas? -regañándome y no llevaba dos segundos aquí.

- No tuve tiempo -me quejé, mientras Elizabeth me ayudaba a sentarme- ¿La llamaste? -la miré prácticamente acusándola.

- ¿Hay alguien más contigo que hubiese podido llamar? -giró los ojos como si hubiese sido obvio. Y es que era obvio, probablemente estaba drogada.

- ¿Ya te contó que me partió el pito en dos? -venganza.

Sentí un manotazo de parte de Elizabeth, mientras se sentaba a comer, mi madre me abrazó dándome besos por todo el rostro, le debo mucho más que la vida. Estuvo al pendiente de mí cuando estuve sola.

- ¿Te dolió? -señaló hacia abajo.

- Más de lo que te imaginas -asentí riéndome y acto seguido trató de levantar la sabana para mirar.- ¡MAMÁ!

- ¿Qué? No es como que no lo haya visto antes -le restó importancia por completo.

- Ya no soy una niña -me quejé - no voy a dejar que veas mis partecitas.

- Qué no son para nada partecitas -habló con la boca llena, mi madre y yo giramos para observarla, pero al darse cuenta que su pensamiento había sido dicho en voz alta, comenzó a reírse como loca- Oh, por Dios -se tapó la cara, y al segundo se comenzó a ahogar por tratar de reírse con la boca llena.

-Mi madre dejó caer su mano en su dirección restando importancia- ¿Qué fue lo que sucedió entonces?

Miré a Elizabeth, que me estaba mirando de reojo y negó ante mi contacto visual. Sabiendo que no le había dicho nada sobre nosotras y lo que había pasado todo este tiempo.

- Me caí -me encogí de hombros mirando hacia abajo.

- ¿Con una erección?

- Esa palabra ya sobrepasó el límite, ha sido mencionada muchas veces -miré a Elizabeth sonriendo.

- ¡Te la estás cogiendo! Ya todo hace más sentido -mi madre se sentó mas cómoda en la silla, había resuelto el misterio del pene roto. Tiré mi cabeza hacia atrás tapándome la cara con las manos, avergonzada - ¿Cómo se volvieron a reencontrar? -preguntó luego de que el silencio incómodo se volviera casi insoportable.

¿Solo es actuación, no? IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora