4: Acuerdo

301 42 17
                                    

-¿A qué se refiere con eso?-Entrecerré los ojos.

-Seré directo, debes ser la mano derecha del Señor Jota durante un tiempo.-Soltó sin piedad y yo me quedé atónita.

-No lo haré, ya tengo suficiente con lo que hago. Ni siquiera le he visto el rostro a eso hombre.-Me negué rápidamente después de recuperar la compostura.

-Vinyl, si no lo haces, tendré que despedirte.-Afirmó con tristeza.

-¿Disculpe? Llevo trabajando aquí desde que tengo mayoría de edad. ¿Va a tirar todo mi recorrido en este lugar a la mierda solo porqué sí?-Exclamé exaltada.

-Lamentablemente, eso no está en mis manos, Black, no puedo hacer nada. Yo tampoco quiero que te vayas, pero entiende que me obligan a hacerlo.-Vi que sentía pena por la situación.

-¿Al menos me pagarán?-Pregunté levantando una ceja.

-Claro, sí, tendrás un extra.-Se le iluminó la cara al anciano.

-Entonces trato hecho.-Resoplé cansada de vivir.

-Me alegra tu decisión , señorita.-Me sonrió.

-¿Cuándo comienzo?-Quise saber más, pues necesitaba organizarme.

-De hecho, pensamos que esta noche te podrías reunir con el Señor Jota.-Se encogió de brazos.

-Mientras no me quite demasiado tiempo... Tengo que atender clientes.-Le hice saber.

-Absolutamente comprensible, pero ahora su prioridad es ese hombre.-Me señaló con su dedo índice. Un hombre jamás iba a ser una prioridad en mi vida. Nadie, además de mí, y bueno, mi gato, iba a ser prioridad en mi vida. No lo permitiría. Prefería morir antes que darle a alguien esa gran importancia.

-Lo que usted diga. Si me disculpa, tengo que volver al trabajo.-Dije con aires de pasotismo.

Estuve actuando durante un rato. Ya llevaba varios billetes de cinco, diez, veinte, o hasta cincuenta en mi sujetador. Era una noche productiva.

Como era ya rutina en mí, al bajar del escenario, fui a tomarme algo a la barra.

-Ya era hora.-Rió Wendy, ella también estaba allí sentada.

-Ya pensaba que no querías que te envenenara la bebida.-Se burló Moisés.

-Eso nunca. Ese veneno es lo que me mantiene viva.-Le seguí la broma.

-¿Lo de siempre?-Preguntó el camarero.

-No, hoy necesito la botella entera.-Hablé.

-Si eso quieres... ¡Abre la boca!-Abrió una botella de ginebra y yo me acomodé para recibirla directamente en mi garganta.

-¡Traga! ¡Traga! ¡Traga!-Wendy comenzó a gritar no muy fuerte. Algunos nos miraban, otros simplemente seguían apreciando a las show girls
que bailaban. Pero lo que no se pudo negar es que sentí una mirada fulminante ardiendo en mi piel. Intenté mirar de reojo, pero no vi a nadie. Seguramente era la típica sensación de sentirse observada. Nada raro, pues estaba vistiendo con lencería y bebiendo sin límite. Eran comprensibles que los ojos de los de ese ambiente me envolvieran.

Moisés puso la botella recta de nuevo. No se había acabado el líquido de dentro, pero él no quiso que me diera un coma etílico. Me aparté cuando acabé de tragar. No le agradezco nada a mi padre, pero gracias por darme el don para el aguante del alcohol.

El Misterioso Señor Jota | Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora