2: El Gran Masturbador

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No tenía ni idea de quién era ese tal "Señor Jota", pero lo iba a descubrir. Lo más seguro es que quisiera una sesión privada, una actitud normal sabiendo que estaba en un club de ese tipo.

Aún y así, me parecía extraño que tuviera su propia tarjeta y que mandara a alguien para alertarme de donde tendría que encontrarlo.

Moisés trajo mi cóctel y yo aproveché para interrogarle.

-Oye, ¿Tú sabes algo de un tal Señor Jota?-Pregunté con una actitud pasota.

-No jodas Vinyl...-Me miró con sorpresa.

-¿Qué narices te pasa?-Hablé alarmada.

-¿Llevas trabajando aquí tres años y no sabes quién es ese hombre?-Me lanzó una mirada incrédula. No respondí y él continuó hablando.
-Escucha, tal vez Lorvil sea quien lleva toda esta mierda, pero quien la mantiene es ese cabronazo. Ni siquiera nadie sabe su nombre, únicamente se sabe que tiene mucho dinero y poder.-Me explicó.

-Se hace llamar Señor Jota, no creo que se llame Eduardo. Se llamará tal vez Jack, James, John... Capaz su nombre es Jose Antonio y se quiere hacer el interesante.-Me burlé.

-¿Y para qué querías saber eso?- Cuestionó esperando una respuesta.

-Qué cotilla, Barna.-Lo llamé por su apellido mientras le sonreía con picardía. Él en respuesta agarró la nota granate con el mensaje de aquel enigmático señor.
-¡Eh, eso no es tuyo!-Exclamé molesta. Intenté arrebatárselo pero era tarde para eso.

-Joder, Black, ¿Qué coño has hecho ya?- Él ansiaba una respuesta.

-Nada, no he hecho nada, yo estaba...-Quise explicarle lo sucedido, pero unos brazos me interrumpieron.

-Amapolita...-Arrastró la última vocal.
-¿Me has echado de menos?-Roko preguntó con burla.

-No sé como te han dejado entrar, Lorvil te denegó la entrada.-Informé.

-Simplemente les explico a los porteros que soy el cliente VIP de Vinyl Black, y obviamente me dejan pasar.-Rió y yo rodé los ojos.

-Otra vez tú aprovechándote de mi poder.-Le miré mal mientras negaba con la cabeza.
-Bueno, caballeros, me voy a disponer a ganarme el sueldo.-Levanté la copa en alto y bebí el último sorbo.

-¿Quedamos después de que termines con tu clientela?-Me guiñó un ojo Roko y quien fue ahora el que giró los ojos fue Moisés.

-No, estaré cansada, los viernes suelo terminar tarde.-Me dirigí hacia mi camerino a paso rápido, quería librarme de ese energúmeno. Agarré una bata de seda roja y me la puse por encima. Y ahora sí que me dirigí a mi misteriosa cita.

Tenía que pasar por aquel pasillo tan tenebroso. Odiaba esa zona del club. Todo estaba oscuro y lo único que lo iluminaba eran unas rojizas leds parpadeantes. Para ser un lugar tan exclusivo, la presentación a veces fallaba.

Caminé hasta llegar a la habitación treinta y seis.
La puerta estaba entreabierta, así que decidí entrar con seguridad.

-Me alegra verla de nuevo, señorita.-El mismo guardaespaldas de antes de dirigió a mí y yo asentí en forma de saludo.
-Por favor, acomódese.-Enseñó un asiento de terciopelo color burdeos.

Comencé a observarlo todo. Aquella sala era diferente a todas. Tenía otro tipo de decoración. Lámparas con el torso o piernas de una mujer, su propia mesa de billar, cuadros que algunos considerarían obscenos, un enorme ventanal con vistas a la maravillosa Nueva York...

El Misterioso Señor Jota | Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora