19: Los Amantes 👠

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POV VINYL

-Es una buena pregunta, una de dos, o nos arriesgamos a forzar la puerta y cruzar toda la casa hasta la entrada sin que nos vean, o romper el cristal de ese ventanal rápidamente antes de que se alerten del ruido de éste.-Dijo Jota.

-Me decanto por la segunda.-Hablé yo.

-De acuerdo, el ventanal parece que da a un pequeño balcón, no está muy alto, así que podríamos tirarnos.-Miró por el cristal para ver la altura que había.
-Ven, ayúdame a poner el mueble en la puerta, así tardarán más en entrar.-Agarramos la madera y la pusimos donde Joseph dijo.

-Ya sé cómo romper el vidrio.-Afirmé.

-Cualquier idea es mejor que nada.

-A la de tres, golpeamos al ventanal con la silla.

-Me parece bien.

-Piensa en algo que te cabree para pegarle con más fuerza.

-Buen consejo.

-A la de una... A la de dos... Y a la de... ¡TRES!-Lo único que pude escuchar fue un fuerte estruendo agudo, miles de pequeños cristales se posaban en el suelo, lo habíamos hecho.

-Vámonos, muñeca.-Joseph me agarró la mano y saltamos juntos de un segundo piso, por suerte había césped para amortiguar la caída, pero eso no impidió que nuestros tobillos dolieran de una manera infernal.

-¡Joder!-Me quejé en un tono bajo, me había hecho daño, y además, al estar en lencería, la sensación de hierba mojada no era la mejor para mi desnudez.

-¿Estás bien? Vamos, te ayudo a levantarte, tenemos que irnos.-Avisó, pues ya se escuchaban a los guardias de Dominick venir a por nosotros.

Corrimos como si nos fuera la vida en ello, bueno, de hecho era por eso que corríamos, para salvarnos. Joseph y yo saltamos la valla que nos separaba de la intemperie y así fue como nos adentramos a los oscuros bosques perdiendo a esos malditos de vista. Al no verlos más, decidimos dejar de correr. Aunque hubiera llevado una bastante rápida velocidad, el frío era presente en mi cuerpo. Tan solo llevaba ropa interior ya que mi vestido fue arrebatado por aquel simio.

-Puta madre, que frío.-Me quejé.

-Tranquila, ten.-Me entregó su americana quedando en una simple apretada camisa blanca, le quedaba muy bien.

-Gracias.

-De nada, es lo mínimo que puedo hacer por arrastrarte hasta aquí.

-También es cierto.-Le sonreí mientras tiritaba.

-Estás temblando, ven aquí.-Me acerqué a él y nos abrazamos para atraer el calor.
-¿Cómo narices mantienes ese color rojo en tus labios después de todo lo que hemos pasado?-Preguntó con gracia.

-Secretos de Vinyl Black.-Respondí yo.

-Juro que no lo revelaré.-Me dijo con diversión.

-Simplemente es un labial mate y le pongo polvos translúcidos para que se quede sellado.-Expliqué.

-¿Entonces si alguien te besara no se desmaquillarían tus labios?-Preguntó Jota de la nada.

-Nunca lo he probado.

-Creo que podría cambiar eso.

-Inténtalo.-Susurré cerca de su boca.

De repente sentí como sus labios devoraban los míos con desesperación. Podría culpar a la pequeña copa de champán que me había tomado hace unas tres o cuatro horas de lo ocurrido, pero era inútil, mi cuerpo también anhelaba al suyo por mucho que no quisiera admitirlo.

-¿Soy muy perdedor si te digo que he estado esperando esto por mucho tiempo?-Soltó él entre besos.

-No, simplemente eres realista.-Sonreí mientras nos seguíamos besando.

Era un beso pasional, necesitado, una cosa que los dos ansiábamos. Nuestro orgullo no nos había permitido liberar nuestros verdaderos sentimientos, pero ahora ya era tarde y ya habíamos conseguido dejar nuestra soberbia a un lado para poder disfrutar el uno del otro, aunque fuera por tan solo unos pocos minutos.

Joseph comenzó a bajar hasta mi cuello, donde dejó sus placenteros besos húmedos. El agarre de su mano con mi trasero se intensificó, eso hizo que nuestros cuerpos se pusieran de pie. Él me acorraló contra el árbol cual nos habíamos apoyado mientras estábamos sentados.

Me subió encima de él. Yo me agarré de su nuca y mis piernas se aferraron a su cintura. Mi casi desnuda espalda chocaba con el tronco. Comencé a frotar su intimidad con la mía mientras aún nos seguíamos besando. Eso le desesperó.

-Muñeca, me estás volviendo loco.-Avisó él.

-Permíteme volverte totalmente demente.-Susurré en su oído para después morder el lóbulo de su oreja lentamente.

- Si algo te incomoda, avísame, juro que pararé al instante.

-Nada de ti me puede incomodar ahora mismo.-Mi tono susurrante perduró durante todo lo que dije, sabía que eso le gustaba.

Jota me desabrochó el sostén dejando a la vista mis pechos. Rápidamente se sumergió en ellos.

-Cada milímetro de ti es tan perfecto, preciosa.-Habló él mientras mis pechos se mantenían en su boca.

Comencé a gemir en su oído. Él no pudo aguantarse más y sacó un condón de su bolsillo.

-¿Por qué llevabas eso encima?-Susurré burlona.

-Siempre llevo esto cuando estoy cerca de ti.-Confesó.

-Me gusta que seas precavido.

-Me gusta todo de ti.-Volví a besarlo.

Él rasgó el envoltorio del anticonceptivo y se lo puso.

-¿Estás lista para quitártelas?-Se refirió a mi lencería inferior. Yo asentí. Él las bajó y lentamente introdujo su larga longitud dentro de mí. Lo único que pude hacer fue soltar un gran gemido.

-Me vas a matar, cariño.-Habló agitado y yo comencé a buscar más fricción.

Éramos un desastre de gemidos, jadeos y maldiciones. No entiendo porque Dominick y sus guardias no nos encontraron, nuestros gritos nos delataban.

-Déjame quitarte la máscara, quiero ver tu bonito rostro.-Pedí yo entre jadeos.

-Vinyl... yo...

-Por favor.-Le rogué y eso hizo que sus embestidas fueran más fuertes. Le quité con ganas aquella molesta máscara de demonio y pude ver la más hermosa cara jamás vista. Vi porqué no quería enseñarme esa mitad de su rostro, tenía una cicatriz. No le di importancia, es más, me parecía atractiva, todo de él me parecía perfecto. ¿Desde cuando a mí alguien me parecía perfecto?
-Eres tan guapo.-Lo besé de manera bruta. Esas palabras salieron de mi alma sin ningún filtro.

Seguimos aumentando el ritmo hasta que los dos acabamos juntos.

Los brillos de nuestros ojos se encontraron entre tanta nocturna oscuridad. Nuestras bocas se mantenían selladas después de lo ocurrido, pero las miradas hablaban de por sí. Él me abotonó su americana para que no tuviera demasiado frío, aunque después de tal acto el frígido clima era lo que menos nos estorbaba. Nos quedamos dormidos mientras nos abrazamos, parecía que estábamos fusionados el uno con el otro.

Parecía que este sentimiento iba a perdurar.

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Maratón 4/4

Obra de hoy: Los amantes de René Magritte.

Por fin ha habido un fuerte acercamiento, yo creo que ya habían ganas de esto...👀

Espero que hayáis disfrutado de este pequeño maratón, no olvidéis votar y dejar vuestros comentarios <3

Muchos besos💋

El Misterioso Señor Jota | Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora