Después de aquel enigmático hombre, atendí a diferentes clientes y actué en algún que otro baile más. Pero no le volví a ver más durante aquella noche.
Ya estaban cerrando el antro, así que fui a tomarme una última copa. Por suerte aguantaba bastante bien el alcohol.
-¿Un último Gin Tonic para la reina del Surrealm?-Preguntó Moisés con una sonrisa.
-Ya me conoces.-Sonreí de vuelta y el asintió.
-Amapolita, ¿Te quedan energías para un último cliente?-Roko apareció señalándose mientras sonreía con perversión.
-¿Por qué narices sigues aquí?-Cuestioné seria.
-Lleva dándome el coñazo toda la noche.-Resopló mi compañero.
-Venga, Vinyl, sé una buena chica, ¿Vamos a mi coche?-Movió las cejas para arriba y abajo.
-O te vas o llamo a los guardias.-Alerté fríamente.
-Zorra amargada.-Me miró mal.
-¡Largo!-Mi tono de voz no era alto, pero sí enfadado.
El chico no respondió, simplemente caminó rápido hacia la puerta. Él sabía que si no obedecía mis palabras le podrían pasar cosas horribles.
Volví al vestuario para recogerlo todo e irme. Estaba yendo hacia la puerta trasera para salir de allí, pero escuché escándalo detrás de una puerta.
Me frené en seco. Solamente se escuchaban fuertes murmullos, pero ninguna voz sólida como tal.-¡Tiene que haber otra manera!-Una voz masculina gritó. Fue lo único que supe distinguir de todo aquel alboroto. Pero yo conocía esa voz. La había escuchado demasiado para no saber de quién provenía.
Era Lorvil.
Seguí mi ruta hacia la salida, pues no tenía ninguna razón para quedarme allí escuchando. Y no, el cotilleo no era un motivo suficiente.
Estaba andando por delante del local. Dejé de hacerlo para agarrar mi teléfono y llamar a un taxi.
-¿Necesitas transporte?-Moisés preguntó.
-Pensaba que ya te habías ido.-Le miré.
-Como puedes observar, sigo aquí.-Rió.
-Voy a llamar a un taxi, no te preocupes.- Informé.
-Vinyl, estás demente si piensas que voy a dejar que te vayas de noche en el coche de un desconocido.-Levantó sus cejas.
-Está bien.-Acepté su oferta.
Nos subimos a su automóvil. Él ya sabía dónde estaba mi casa, pues no era la primera vez que me daba un aventón. A veces maldecía el no tener licencia de conducir.
-¿Y qué? ¿Cómo fue la charla con ese misterioso Señor Jota?-Inició una conversación.
-Simplemente quería mis servicios, nada nuevo.-Aclaré.
-Mhm...-Sonó incrédulo.
-¿Pasa algo?-Cuestioné.
-No sé, algo no me da buena espina, solo ten cuidado, ¿sí?-Habló con preocupación.
-Sabes que por mí no hace falta que te preocupes.-Comencé a mirar por la ventana.
-Claro.-Dijo secamente. El silencio duró unos minutos, hasta que él lo volvió a interrumpir.
-Hemos llegado.-Paró delante de mi apartamento.-Gracias por hacerme de taxista.-Me despedí mientras bajaba del carro.
-Cuando quieras.-Me sonrió
- Buenas noches.-Él también se despidió.-Buenas noches.-Respondí para entrar a mi apartamento.
-Luci, cariño, hola.-Saludé al gato que se auto acariciaba con mis piernas.
Me desmaquillé y desvestí para ponerme el pijama. Por último, me desplomé sobre mi cama. Hoy había tenido una noche cansada. No tardé demasiado en dormirme, pues mi cuerpo lo ansiaba. Así que a la mínima que mis párpados se juntaron, caí rendida a los brazos de Morfeo.
..............................................
Amanecí a las diez de la mañana. Había dormido dos horas más de lo habitual, pero no me importó en absoluto. Mi descanso valía más que un estúpido número de un reloj. Además de que acabé durmiéndome a las cinco am.
Mi minino, como siempre, me dio los buenos días a su manera. Lucifer era el único ser por el que daría mi vida. Amaba a ese gato.
Hice mi rutina de siempre. Nada interesante.
Aunque hoy escogí irme al centro comercial. Últimamente había estado ganado bastante dinero, ¿Por qué no tener algún capricho? Obviamente no iba a gastarlo todo, pero no estaría de más tener un detalle para mí misma, lo merecía.Cayó la noche, como era de esperar. Esta vez caminé hasta el trabajo. Un poco de ejercicio más nunca venía mal. Y aunque me daba algo de respeto caminar sola en la oscuridad, preferí arriesgarme aquel día.
Nada más entrar al club, noté unos brazos abrazándome amistosamente.
-Chica, ayer casi no te vi.-Exclamó con gracia mientras sus manos se agarraban a sus caderas.
-Estuve liada, Wendy.-Le sonreí suave.
-Me lo imaginé.-Caminamos hasta dentro de mi camerino. Estuvimos hablado durante unos minutos. Pero ella miró su reloj.
-Vin, comienzo ya mi turno, nos vemos más tarde.-Se despidió con un abrazo rápido y yo le mandé un beso en el aire.-¿Dónde está Black? ¿Ha llegado?-De nuevo la voz chillona de Lorvil se escuchaba a las afueras de la sala donde estaba.
-Estoy aquí, jefe.-Salí rápidamente para que no le diera una taquicardia. Ya tenía sus años el pobre hombre.
-Te estaba buscando.-Dijo él.
-¿Por qué? Hoy empiezo más tarde que ayer, como siempre.-Le expliqué
-No es eso.-Noté que estaba nervioso. Me quedé observándolo esperando una respuesta.
-Anda, sígueme, por favor.-Pidió.Llegamos a su despacho. Un lugar muy lujoso con mi gama de colores preferida, rojo y negro. Me senté en la silla delante de él. Ofreció agua, pero yo le negué.
-Bueno... Vinyl...-Comenzó a hablar.
-Al grano, señor.-Interrumpí al ver que se iba a extender demasiado aquella charla.
-Creo que ya conoces al Señor Jota.-Asentí.
-Necesito que nos ayudes en una cosa.-Me asombré interiormente.-¿Qué tipo de cosa?-Pregunté intrigada.
-Una misión importante.-Me miró seriamente a los ojos.
.........................................................
Heyy, gracias por leer <3
¿A qué creéis que se refiere Lorvil con esa "misión"?
El cuadro de hoy es del período del academicismo y su creador es Jules Joseph Lefebvre :)
Como siempre agradezco vuestros votos y vuestros comentarios, amo leeros ;))
Nos vemos pronto 👀
Muchos besos💋

ESTÁS LEYENDO
El Misterioso Señor Jota | Joseph Quinn
FanficSurreal Realm era un club para gente asquerosamente rica en Nueva York. Vinyl trabajaba de bailarina exótica en este lugar. Su trabajo siempre le había parecido algo peligroso, pero nunca le había ocasionado ningún grave problema. Nunca, hasta que...