13| Una disculpa sincera

5.2K 484 63
                                    

𝘿𝙖𝙣𝙞𝙚𝙡:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



𝘿𝙖𝙣𝙞𝙚𝙡:

-Soy un asco.

-No lo eres.

-Si lo soy, solo mírame, tan molesto, solitario y desesperante -me señale, recargando mi cabeza en el muro que resguardaba una mansión, en busca de consuelo.

Tenía razón, había llegado al límite y no solo de ebriedad, sino de tolerancia. 

-Daniel, eso no es cierto -ignore a la chica parlante. Tomo otro sorbo de alcohol directo de la pesada botella de cristal, la cual casi me acababa después de haberla robado en la fiesta.

-Gil, tú no me conoces, recién somos amigos... hace unas semanas -hablo sin razonar, titubeante, estaba en un estado casi inconsciente. 

-Bien, tienes razón, tal vez de ratos seas un poco molesto... -lo piensa como si buscara una razón para no decirlo- y problemático -suspira y continúa-, pero en el fondo eres buen chico.

-¿Lo crees? -la miro prácticamente desorientado por el reciente alcohol en mi organismo, fluyendo por mis venas. Cualquier respuesta influía en la mente de un ebrio.   

-Si -se detiene, no tarda en hacerse notar insegura de sus palabras anteriores, estaba mintiendo descaradamente-, depende. 

-Lo sabia, soy una mierda. Joder -chisto, con un suspiro eterno.  

-No digas eso, en todo caso yo soy igual que tu -toma mi brazo y se acomoda. Sentada a un lado de mi para aligerar mi pesar- no tengo muchas expectativas de los demás y cuando las superan me desagradan porque pienso que son mejor que yo, y los trato como la mierda hasta hacer que se sientan mal. 

La miro dándole la razón, justo así me he sentido en momentos, con cualquier persona que respire. Pero no era envidia lo que sentia hacia él.  

Nos encontrábamos en medio de la noche, sentados en la acera de una casa cercana a la fiesta que accedí ir junto ella, puesto que estuvo insistiendo por días para no ir sola.

-Pero... es que él es el. ¿Entiendes? -sin saber siquiera de qué hablo, parloteo un par de veces más, pretendiendo que me escuche.

-Si, si entiendo -me da palmaditas de consuelo, desinteresada.

Si algo se en esta vida es que nunca tienes que ignorar a un ebrio porque querrá contarte su vida. 

-No, no lo entiendes.

-Entonces explícame -se recarga en mi hombro, cansada. 

La miro atento pero a la vez perdido y mareado, no tenía nocion de nada, fácilmente podía dormir ahí mismo y no me importaría.  

-El es tan perfecto que llega a ser desagradable -me calle para razonar un poco lo que decía-, siempre tan presumido y mimado, desde que lo conozco a sido así, prácticamente desde que era un niño, él no lo tiene todo Gil y aun así pretende ser el mejor, pulcro y victimario, es igual a Oliver -me detengo y lo pienso unos segundos- no, no es igual a Oliver, Alex es más... más egocéntrico y eso lo hace peor -me detengo y veo como se sorprende por lo que recién dije. 

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora