48| No todo tiene un significado

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Daniel:

Solo podía desear una sola cosa en ese momento; morir.

Desaparecer. Retroceder el tiempo. Cualquier cosa que me mantuviera alejado de él, que simplemente se esfumara de mi vida.

Despertar y que todo sea un mal sueño. Uno de los tantos que había tenido con anterioridad.

-¿Daniel? ¿Estás bien? ¿Qué sucedió?

Nada estaba bien.

No con él preguntándome si lo estaba.

Permanecí inmóvil un par de segundos, intentando asimilar lo que mis ojos veían con detenimiento. Al chico que se mostró frente a mí y me extendió su mano, como si no fuese el responsable de haber arruinado mi vida y el culpable de todas mis citas a terapia, como si nada hubiese pasado entre nosotros; Desconocidos.

¿Acaso tenía demencia?

O solo era tan cínico como para pretender que nada pasaba.

Bastardo.

Hace el amago de tomar mi brazo. Su tacto era suave, pero quemaba. Yo solo reaccione como creí correcto:

-No me toques -retrocedí. Caí en cuenta de lo que estaba haciendo-. ¡No me toques! -Esta vez fue un tono de enfado lo que hizo que se apartara.

-Perdón...

-¿Por qué? ¿Por qué tú? -llevo una mano a mis ojos para despejar mi vista borrosa, producto de las próximas lágrimas. Era tan humillante y doloroso por partes iguales.

El se percató de esto.

-Tranquilo. No quiero causarte más problemas -echa un vistazo a mi alrededor, buscando una respuesta. Evita tocarme y sobrepone sus manos en una fina línea de distancia-. ¿Qué haces aquí solo?

Mi hermano...

-No te importa.

-Claro que me importa, estás solo, y no te ves nada bien. ¿Alguien te hizo daño?

Comenzaba a especular cosas sin sentido.

Me di un largo y suspensivo respiro.

-Oliver huyó y lo estaba buscando. Pero no sé a dónde fue, ni siquiera sé donde estoy -sin querer ya le estaba parloteando mis problemas. La angustia en mi rostro lo mantuvo cautivo-. Creo que es mejor que me vaya, estaré bien -di un par de pasos en sentido contrario. No tenía que confundir las cosas, estaba más que claro.

Mi corazón se desató en sonoros latidos que retumbaron en mis oídos, eran tantas emociones juntas que no podía contenerme.

Él era consciente de todo lo que provocaba en mí, incluso de mi miedo irracional a estar perdido y que él haya sido quien me encontrara.

-Déjame ayudarte -corre tras de mí-, por favor. No es necesario involucrarnos. Me preocupa que estés solo.

Volteo a verlo, desconsolado.

-Eres tan... ¿Cómo puedes decirme eso? -examino cada ápice de él, era como ver a un completo desconocido, una persona diferente. De no ser por su suave voz y ojos marrones, no lo habría reconocido. Todo en él cambió, incluso su apariencia, era descuidada.

-Solo quiero saber que vas a estar bien. Estás temblando mucho, creo que no estás en posición de hacer esto -frunce el ceño, intranquilo.

-Lo estaré, no te preocupes. No te necesito.

Nada iba a estar bien, empezando por mí notoria ansiedad e irracional miedo. Me provocaba tanto que era incapaz de disimular. Al menos controlé un poco todo lo que tenía por decir, trague mis palabras de odio y de inmediato mi pecho comenzó a doler.

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora