41| ¿Me odias?

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⚠️TW: Autolesiones. Puede llegar a herir la sensibilidad del lector, por favor ténganlo en cuenta.


Daniel:

Ansiedad. Un sentimiento tan presente que me carcomía poco a poco, un vacío en el pecho que nublaba mi juicio y me hacía perder la cordura.

Ahora estaba expuesto, sabían algo tan mío, algo privado que se suponía nadie sabría jamás.

-Daniel, abre la puerta -gritó- ¡abre la maldita puerta! -escuché, mientras me aislaba de la realidad. En un rincón frío de mi habitación.

Me hundí en mis rodillas y un llanto devastador, como el de un niño sin consuelo, se apoderó de mí.

-Voy a derribarla si no abres, ¿me escuchas, Daniel?

Hice caso omiso, no estaba de humor para nada. No quería nada, solo deseaba desaparecer, deseaba que todo fuese un mal sueño, una pesadilla de la que despertaría en cualquier momento.

De repente, escuché fuertes pasos invadir mi espacio vital. Me tomaron entre brazos y acogieron mi helado e inerte cuerpo como una hoja.

-Daniel, Daniel, Daniel... -musitó interminablemente.

Sollozaba con más fuerza que antes, pues estaba seguro a su lado.

-Todo estará bien. No dejaré que nada te pase -me reconfortó con tenues caricias en la espalda.

-¿Por qué a mí, Oliver? -logré vocalizar con la voz rota de tanto gritar minutos antes, me sentía tan impotente y desarmado.

-Porque son unos cobardes -susurró sin saber qué más decir-. Hace unos minutos eliminaron las publicaciones.

-Ahora todos lo saben, cuando lo vi, tenía más de cincuenta mil vistas -solté, contra su hombro.

-Oye, lo olvidarán...

-No, no lo harán, ahora seguro me recordarán por eso -mi cuerpo temblaba de impotencia-. Odio esto, solo quisiera acabar con todo.

-No, no digas eso -negó de manera brusca y algo asustado-. Eres todo para mí, Daniel. Eres lo único que tengo -sentía su corazón latir con fuerza, estaba temeroso.

-Es solo que no quiero seguir así.

Pero tampoco quería que Oliver sufriera por mi culpa. Ya había tenido suficiente, yo solo era una carga más.

-Te voy a ayudar, pero retira esas ideas de tu cabeza, hazlo por mí, por favor.

Asentí, dudoso.

-¿Me lo prometes?

-Sí.

Era un sí que tal vez se transformaría en un no si no controlaba mis emociones.

Ese día fue el peor, tanto que tuvo que quitarme el celular y quedarse a mi lado. Durmió junto a mí, lleno de preocupación, temiendo que pudiera hacer algo malo.

Al día siguiente ni siquiera tenía apetito, no probé bocado en todo el día. Aunque la preocupación de Oliver
Incrementará, mi mente no se esforzaba en mejorar.

Él era el único al tanto de mí, hacía el trabajo de Eliza.

No me devolvió el celular y una vez más durmió a mi lado. No salió de fiesta como solía hacer todos los fines de semana, canceló la cita que tenía con Isabella, una ocasión muy especial ya que celebraban su aniversario. Le rogué que fuera, pero desistió.

Al siguiente día decidí bajar a comer, solo por él. También me sentía un poco mejor.

-¿Puedes devolvérmelo? -pedí, temeroso de que se negara.

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora