39| Por favor, acábame

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Daniel:

Todo había salido a la luz.

Absolutamente todo.

Todo el mundo lo sabía.

Sabían sobre lo nuestro.

¿Cómo fue que pasó?

Una foto filtrada de aquel día en el que nos reunimos fuera del instituto.

El día en el que rechacé a Jack.

Esa foto revela lo obvio. Alex y yo dándonos un beso, era más que evidente la intención.

El mundo se volvió loco; el fin de semana fue un infierno.

Alex desapareció de la faz; solo esperaba verlo el lunes, al menos por unos minutos, poder hablar con él y buscar una solución.

Lo necesitaba... y no estaba conmigo.

La imagen circulaba por todas partes, principalmente en las páginas más famosas de chismes.

En Twitter se armó un caos, un debate en el que decían que Alex no era gay y solo estaba confundido, que yo lo desvié.

El hate masivo llegó a los minutos, aún peor que cuando rechacé a Jack. Esta vez los insultos rebasaron lo tolerable, incluso amenazas de muerte.

Me doxearon en más de una ocasión. Temía, y no porque me fueran a hacer algo. Temía por mi salud mental, que conforme pasaban las horas leyendo todos sus mensajes de odio se deterioraba y me hacía sentir tan miserable.

Mi único refugio desapareció de la noche a la mañana, sin una sola señal de vida. Alex me dejó completamente solo.

Tuve que eliminar algunas de mis redes, menos Twitter, pues ahí se encontraba la fuente de todo.

Gil tampoco estaba presente; esta vez no me defendió como en las ocasiones anteriores, tampoco respondía mis mensajes, ni llamadas.

Llamadas en las que estaba desesperado y al borde de un ataque de pánico; yo no era de los que tomaban el teléfono y llamaban a menudo, tenía que estar muy mal para hacerlo.

Eliza volvió a desaparecer, tan pronto como papá se fue, ella también lo hizo, pero estaba seguro de que no tardaría en regresar apenas la noticia apareciera en las revistas de chismes.

Pues si bien yo era irrelevante en el tema social, Alex era muy importante para la élite de Manhattan, era de los millonarios más relevantes de los últimos tiempos y no era para menos; su padre era dueño de la casa de casinos más grande del país.

Algo como esto arruinaría su reputación en todos los aspectos, nunca más volvería a ser lo mismo. Entendía si estaba enojado, incluso si lo estaba conmigo; podía entenderlo, solo quería saber si estaba bien.

Mi hermano no dijo una sola palabra al respecto de Alex, y frente a lo ocurrido simplemente puedo decir que con el tiempo todo se calmaría y olvidarían, tenía que ser fuerte. Aunque yo nunca lo fui, o al menos no para confrontar a tantas personas furiosas con mi simple existencia.

¿Cómo mantendría la cabeza recta el lunes? Tal vez faltar no me haría daño. Un año sabático (por el resto de mi vida) no sonaba tan mal.

Suspiro profundamente y de nueva cuenta me echo a llorar como un cobarde; era la quinta vez en el día, desde ayer que se filtró, no paraba de sentirme culpable.

Una notificación entonó mi celular. Instagram me avisó de una nueva historia de Alex.

Desconcertado y más que interesado, entro. Limpio mis lágrimas y sorbo mi nariz con un trozo de papel reutilizado.

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora