15| Comiendo para no morir

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𝘿𝙖𝙣𝙞𝙚𝙡:

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𝘿𝙖𝙣𝙞𝙚𝙡:

2:30 pm

Me introduzco en el almacén de libros, con el ánimo por los suelos.

Pase de estar teniendo un buen momento con Gil en la cafetería a sentirme tan agotado y desanimado, era raro, apenas terminó el descanso entre al aula y no volví salí, inundandome de letras y enseñanzas que no me servirían de nada en la vida.

Mi cabeza dolía Inexplicablemente, eran punzadas repentinas que comenzaron a aparecer a mitad del día, sentía que al estar en ese lugar lleno libros, aburrido, haría que me doliera más, tenía una ligera idea del cual era el motivo: estrés. Sumandole que hoy tuvimos deportes intesnivo a la ultima hora, fue una tortura, ni siquiera me dio tiempo de cambiarme por un pantalon decente, me quede con el tipico short de tela ligera que usaban los chicos de basquet, era comodo, pero incomodo si pensaba paserme con el tranquilamente, ya que eran muy "mobivle" y un movimiento en falso hacia que se subiera a mi muslo, dejandodome descubierto por encima de la rodilla, suerte que eso no me paso tan seguido, solo cuando corria. 

Me ando por los estantes, con lo que creo no es una cara agradable, estaba odiando mi existencia infinitamente, agregando que anoche no pude dormir bien, me quedé en vela hasta las 4 de la madrugada, y muy apenas comí, discuti con Eliza por una estupidez y parece ser que no le importaba si su hijo muere de hambre pues me nego la comida y el desayuno, lo único con lo que me sostenía era medio croissant y una limonada rosa, de Gil.

Ahora que lo recuerdo mi abuela diría que me duele la cabeza porque no he comido nada desde ayer en la tarde.

Tampoco es como que haya tenido mucha hambre en todo el dia, ni siquiera se me antojaba pasar algo por mi boca, es curiosa la sensación de no tener hambre y olvidarme de comer, no es nuevo y por ello le restó importancia, porque probablemente sea ese el motivo del dolor de cabeza, eso tenía sentido para mi. 

El lugar estaba completamente vacío. ¿Acaso hoy también piensa llegar tarde? Miré por todos lados hasta que me encontré con una mochila ajena encima de una de las  mesas del área de estar, era de Alex, la conocía muy bien ya que me había familiarizado bastante bien con esta y ciertas cosas de él. Dejo la mía al lado, pensando que tal vez salió por una emergencia.

Entre pasos siento un pequeño ardor en mi rodilla derecha, al bajar la vista me encuentro con un destello de sangre deslizándose, en mi rodilla se encontraba un feo raspón, producto de mi torpeza al venir corriendo, ni siquiera lo había notado en todo el camino y la verdad no me preocupaba, solo era un poco de sangre.

No dejaba de escurrir por más que limpiara con mi dedo, sabía que al día siguiente tendría un enorme moretón rojizo y luego verdoso. Sin darle importancia a la herida, minimize que la sangre nunca se detuvo y segui con lo mio, me acomodo en los estrechos libreros con la rodilla alzada para que se detuviera el sangrado y no doliera.

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora