Qué pasaría si el chico mas arrogante y egocéntrico se enamora perdida y completamente, de nada mas y nada menos que el hermano de su mejor amigo, el cual a crecido odiándolo desde el momento en que se conocieron.
Alexander a comenzado a sentir tal...
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𝘿𝙖𝙣𝙞𝙚𝙡:
-¿Te encuentras bien? -no deja de prestar atención al camino, mientras me miraba de rojo.
-¿Eh? Sí -detengo los constantes movimientos de mis dedos. La ansiedad me comía vivo.
Sin soltar el volante me tranquiliza posando su mano derecha encima de la mía, la acaricia con cariño para aliviar mi conmoción.
Mi corazón explotaría en cualquier momento si seguía así y mi mente colapsaría de lo sobre saturada que se encontraba procesando lo que iba a ocurrir en unos minutos.
Ibamos de camino a su departamento, los dos, solos. El simple hecho de pensarlo me provoca un estrago en el estómago.
Pensamientos "extraños" prendieron fuego a mis mejillas, tornándolas de un carmesí intenso. Podía apostar a que me asimilaba a un tomate.
¡¿Cómo era posible esto?!
Mi sistema contaminado comenzaba a quemar las sustancias consumidas anteriormente, con el paso del tiempo y el potencial del ambiente canalizaba mi energía en aquel apuesto chico como un efectivo calmante: Mi antídoto.
Apenas llegamos al estacionamiento subterráneo lo miré de forma expectante, esperando que hiciera algo más.
Entonces, estaciona el auto y se dirige completamente a mi.
-¿Estás nervioso? -pregunta, dándome su entera atención.
Claro que sí, ¿cómo no estarlo?
-No -disfrazo con una sonrisa, de lo cual se percata al instante.
Si lo estaba, era preocupante que mi hermano se enterara que pase la noche con Alex.
Aunque no me importara su opinión, eso no justificaba el hecho de que era de su mejor amigo del de trataba, el mismo de toda la vida y al único que consideraba un hermano más.
Era como si me interpusiera en ese pacto de amistad que formaron desde niños, como sí me burlara indirectamente de la confianza y los sentimientos de Oliver. Aunque me costara admitirlo, odiaba sentirme como un traidor, era un mal hermano.
-¿Qué te sucede? Puedes decírmelo... -su cara de preocupación no tardó en removerme.
-¿Qué pasa si alguien se entera de lo nuestro? -musito sin la intención de que me escuchara enseguida. No quería arruinar el ambiente.
-Eso no tiene que importarnos ahora -lleva la mano restante a mi mejilla-. ¿Quién de todos te preocupa?
