35| Un jodido dia agradable

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Daniel:

5:00 pm

-Así no se juega, Alex -paso de la cama al suelo en menos de un segundo, me recargo en la orilla de esta. Le arrebate el mando del video juego.

-¡Cuidado! -me sostiene de la cintura, puesto que mi intromisión fue abrupta, dejándome caer de la nada. Me hace un espacio entre las cálidas cobijas y el fuerte de almohadas.

-Si, sí, lo que digas. Ahora aprende -ignoro sus palabras y me vicio en la enorme pantalla que tenia frente a mí.

Si lo hubiera dejado un par de minutos más seguro rompe el récord de la persona que mayormente ha perdido en todo el mundo, mas de veinte "Kills" en medio hora.

-Eres malo -finge un puchero.

-Tu eres malo -acuse como burla-. ¿Realmente no sabes jugar? Es muy simple -río ingenuo.

Simplemente tenía que disparar un par de veces, no es tan difícil. ¿En serio hay personas a las que no se les dan este tipo de juegos? Es muy fácil.

Se pega a mi cuerpo de forma sorpresiva y como un gatito se restriega en mi cuello, lo que ocasiona un escalofrío que me recorre desde la punta de los pies hasta la cabeza. Era débil cuando se trataba de él y mucho más cuando se trataba de el encima mío.

Entendía lo que quería, y justo se le ocurrió en el peor momento, a dos tiros de ganar.

-Alex... Detente -contengo mis palabras al sentir el calor de su respiración en mi cuello. Intento concentrarme en los múltiples objetivos por matar, pero me resulta imposible.

-¿Mmmh? Podemos jugar a algo más divertido -propone con ese tono coqueto que me enloquecía. Baja su mano por mi abdomen persuadiendo mi atención.

No me gustaba por donde iban las cosas... O tal vez sí.

-Casi termino, espera un poco -lo freno, nervioso de su respuesta. A nada de terminar el juego, y al parecer también su paciencia.

Gane. 

-Prefieres un tonto juego, en lugar de...

Antes de que siguiera lamentándose lo callo con un beso, uno que le hace respingar de la sorpresa.

El mando de la consolas salió volando y su camisa fue arrebatada, avecina su peso contra el mío, provocando que caiga de espaldas contra el suelo, por poco caía de golpe, para mi suerte, me sujeta con fuerza, evitando una posible lesión. En ese momento no se vio cómo algo peligroso, simplemente continuamos sin siquiera darnos un respiro.

Era tanto el frenesí que nos olvidamos del tiempo y el lugar.

-Ve más lento -pido, jadeante al sentir su mano juguetear.

-Cada segundo cuenta -me lo recuerda, agitado. Refiriéndose al tiempo en el que Eliza no estaba en casa.

Lo veo subir mi camisa y bajar mi pantalón lentamente.

-Entonces deberíamos apresurarnos -le sonrió entre jadeos y me lanzo. Correspondo a sus besos permitiéndole seguir, bajo mi mano por su pecho de manera atrevida, bajando hasta el inicio de sus pantalones, y con agilidad logro colarme en estos.

En cualquier momento podría llegar y el ambiente se arruinaría. Hemos estado conviviendo y tonteando por un rato, consideraba que era hora de seguir a otro nivel, como era costumbre, de solo sentir como se acercaba presentía lo que se venía, era rutina involucrar algo sexual cada vez que nos veíamos y no era exactamente el acto sexual, con tocarnos era más que suficiente, solo... sentirlo era excitante.

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora