45| Dulce dolor

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⚠️ TW: Mantengan sus precauciones, este capituló contiene temas fuertes.

Su salud mental es lo más importante. 🙏🏻





Daniel:

Era cortarme las venas o ir a terapia. Y por mi bien elegí no ir a terapia.

Ahora me estaba desangrando, con una herida de tres centímetros en un hospital público e insoluble.

De verdad que tenía toda mi fe en Dios. Pero no para vivir, sino para que nadie se enterara de tal humillación.

—Dios, sé que la mayor parte de mi vida he sido una mala persona, un mitómano, insufrible homosexual, pero por favor, ahora no dejes que nadie se entere de mi patético intento de suicidio —ruego mirando al techo, en una camilla súper incómoda y rechinante. 

—Listo, puede irse —una de las enfermeras me sorprende. En menos de cinco minutos retira el catéter de mi mano.

—¿Es todo? —dudo.

—Si, como no cuentas con un seguro médico no te podemos brindar servicio de siquiatría, pero podemos recomendarte algunos especialistas.

—No se preocupe, ya voy a uno —me levanto apresurado. Antes de que comenzara a sospechar mi edad.

—Por cierto, ¿cuántos años tienes?

Mierda.

—He... dieciocho —lo digo con inseguridad.

—Bien, es todo —apunta en su libreta.

Si algún día quieres morir es recomendable asistir a cualquier hospital público.

Había intentado morir y fallé. Como siempre

Llegue por voluntad a ese hospital, en el último instante me arrepentí. La cobardía me ganó. Y fue bastante humillante, en especial cuando tuve que explicarle al taxista porque mi brazo sangraba sin cesar y estaba a punto de morir.

No me iba a quedar de brazos cruzados, fue la primera vez de muchos más intentos fallidos.

Pero no fue hasta que vi la solución en mis manos.

—¿Qué es esto?

—LSD.

—¿Mata? —analizo las diminutas píldoras rojas en la palma de mi mano.

—¿Rápido o lento? —el anciano inclina la cabeza.

—Para hoy.

—Entonces esto te ayudará. Inyecta todo el contenido, es indoloro, muerte al instante garantizada —el vagabundo me extiende un líquido en una ampolleta diminuta. Me arrebata las pastillas que con anterioridad yo había pedido.

Sabía que el drogadicto que vivía bajo un puente en la autopista me iba a ayudar. Desde hacía días había estado observando cómo le vendía drogas a algunos adolescentes.

—¿Precio?

—Cien... pero por ser tu primera y última compra te lo dejo en cincuenta —el sujeto de barba descuidada y rostro sucio se da el lujo de bromear.

No digo nada más y le extiendo el billete correspondiente. Me alejé prácticamente huyendo de ese lugar repleto de inmundicia. Era un basurero donde habitaban  drogadictos y vagabundos, tal vez ahí pertenecía, ahí nadie me juzgaría.

No tenía sentido seguir viviendo ese infierno. Tan abrumador.

Tuve todo el día para pensar en lo que estaba planeando hacer. Era complicado, difícil, pues estaba dejando mi a mi hermano de lado.

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora