37| Dulce miel

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Contenido explícito 🚧 Ambos participantes son mayores de edad.

Omnisciente: Un año atrás.

Drogas en pastillas sobre la mesa. Bebidas alcohólicas y marihuana.

-¡Daniel! -el menor es nombrado entre la espesa neblina intoxicante de humos dañinos.

Este responde con un casi inaudible "Mmh".

-Vamos Eithan, únete a nosotros -pide suplicante una rubia al borde del coma etílico.

-Vine por Daniel.

-Quédate un rato. Además, no creo que él quiera irse.

Señala de reojo al chico risueño invadido por repetitivas carcajadas. La anfetamina en su sistema le hacían decir cuánta barbaridad cruzara por su cabeza, pretendiendo sonar gracioso, cuando realmente eran palabras vacías y sin sentido.

-Oye, tenemos que irnos, es tarde -se acerca desprevenido tomándolo del hombro.

-No quiero -arrebata él agarre-. No olvides que tú me trajiste aquí -voltea entre cabeceos. Sus ojos se hundieron junto a las bolsas oscuras debajo de estos. Cada vez estaba más pálido y sudoroso. Realmente parecía estar muerto en vida.

-no pensé que terminarías así de mal. Daniel, esto es serio, si no llegas a tu casa me matarán -implora por un gramo de atención.

-¿Qué me darás a cambio?

-¿Qué? -lo mira incrédulo.

-Si, ¿qué me darás a cambio? -réplica.

-No lo sé, ¿qué quieres?

-Déjame pensarlo... ¿Qué podré querer yo? -lleva una mano a su barbilla, pensativo-. ¿Qué tal cincuenta gramos?

Tarda en procesar aquellas palabras.

-Oh no, definitivamente es un no. ¿No te es suficiente con esta mierda? -le quita el cigarrillo en mano y lo aplasta con la suela de su zapato.

-No. Necesito más, y solo tú me lo puedes dar -suelta, reclinándose en el extenso sillón en un rincón de aquel movido bar-. Si quieres que salga de este lugar ya sabes cuál es mi petición -conforme pasaba el tiempo sus palabras se retrasaban y su cuerpo temblaba.

La cabeza de Eithan era un desastre, estaba entre la espada y la pared. Ciertamente se lo merecía, siendo él quien indujo al joven chico a ese mundo tan vicioso y oscuro.

-Treinta.

-Cuarenta.

Dudó al aceptarlo, pero comprendía que el daño ya estaba hecho, no podía empeorar.

-Bien. Ahora mueve tu trasero -tironea con suavidad de su brazo. Logrando uno que otro movimiento involuntario.

-Sabes, yo puedo cuidarme solo -se levanta un tanto disgustado por la interrupción del moreno. Se despide de los presentes con un saludo en el aire para todos.

-No es la primera vez que haces esto Daniel, has amanecido en este lugar, intoxicado, inconsciente.

-Pero estoy bien -reclama, presumiendo su apariencia.

-¿Enserio? No lo parece. Estás hecho un asco, apestas -entre jaloneos y choques logra sacarlo del bar de mala muerte a la fuerza.

-Auch -lleva una mano al pecho entre risas, fingiendo dolor-. Tu apestas -bromea.

-Y te das el lujo de bromear -ironiza un tanto harto.

-Oye Eithan no tienes que hacer todo esto por mi -se recarga en el hombro ajeno con cariño-. Sabes, si mi madre se entera, créeme que nunca te echaría la culpa a ti. Yo te amo -esto último lo dice entre suspiros.

𝘛𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘰𝘳𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘳𝘢𝘪𝘯𝘣𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora