Capítulo 12

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—Papi, ¿y si no puedo hacer amigos?

Pete miró el rostro de su hijo, que en ese momento se probaba el uniforme que usaría en su colegio dentro de dos días, Venice se mordía el labio inferior, al igual que Vegas cuando estaba nervioso y Macao cuando estaba concentrado, justo como ahora. El pelinegro había notado un cambio en la actitud de su hijo desde que regresaron de su "viaje de trabajo" hace tres días. No era nada muy drástico, solo estaba un poco más apegado a él que de costumbre. Tal vez porque iba a empezar el colegio o tal vez porque Vegas estaba cargado de trabajo y apenas lo veían.

—¿Por qué crees que no podrás hacer amigos? —le preguntó de vuelta Pete.

Venice solo se encogió de hombros.

—No lo sé, pero es posible. Papá dijo que hay niños molestos.

Ciertamente Vegas diría algo así.

—Pero también hay muy agradables. Cariño, tienes que saber que hay muchísimos tipos de personas, y que todas pueden ser tus amigos.

El niño se miró al espejo y se quedó un rato sin decir o hacer nada. Se sentía extraño, no identifica si era por el pantalón que le picaba o la asfixiante corbata que su padre había atado tan prolijamente. Llevaba casi una hora probándose ropa, primero el uniforme diario, un short azul oscuro y una camisa blanca de manga corta con el logo del colegio bordado en el lado izquierdo del pecho, después de ese siguió el uniforme deportivo que eran un conjunto de ropa ligera y fresca en color azul oscuro con blanco, luego vino el de natación y ahora estaba usando el formal. No entendía por qué tenían tantos uniformes pero supuso que después se acostumbraría.

—El tío Khun dijo que si alguien no quería ser mi amigo entonces ese alguien era un perdedor con un cerebro del tamaño de un grano de arroz. —dijo Venice viendo, ahora, directamente a su padre. —También dijo que él quería acompañarme el primer día.

Pete ya esperaba algo así, últimamente Khun estuvo más aprensivo con todo lo relacionado a Venice y al colegio. El pelinegro, en el pasado tenía a Vegas para afrontar eso juntos, pero ahora su pareja estaba hundido en papeles de trabajo que no podían esperar más. Pete solo esperaba que todo este estrés del primer día en el colegio llegara y terminara pronto.

—Creo que todos tus tíos nos van a acompañar ese día. —dijo el pelinegro sonriendo. Eso era algo que Pete podía asegurar. No importaba lo cansados u ocupados que estuvieran, Pete, los conocía lo suficiente para saber que se darían el tiempo de ir y acompañar a su hijo.

—¿Puedo quitarlo? —Venice jaloneo de la corbata. —Me aprieta y es tonta. No sé por qué debo usarlo.

—Ven aquí. —llamó su padre y, con el mismo cuidado que fue puesta, la corbata fue desatada. —La debes usar porque esas son las reglas, además solo es un día a la semana y en ocasiones especiales. Listo, ¿ya está mejor? —el niño solo asintió. —Ahora cámbiate de ropa y pon el uniforme sobre la cama, tenemos que ir a un lugar.

Venice salió corriendo al baño para cambiarse. Desde muy pequeño su hijo se independizó en muchísimas cosas como el vestirse y elegir su ropa él mismo. El pelinegro al principio se mostró un poco reacio pues consideraba que Venice era muy pequeño aun, pero Vegas insistió en que eso le daría más seguridad y autonomía. Con el tiempo entendió a lo que su pareja se refería y estaba feliz por el resultado.

—Papi, ¿podemos ir a ver a papá después de lo que tenemos que hacer? —Venice dejó su uniforme delicadamente sobre el colchón de la cama de sus padres. —Está mañana se fue antes del desayuno y no lo miré.

𝐇é𝐫𝐢𝐭𝐢𝐞𝐫𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora