Capítulo 28

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El estridente ruido de la música se escuchó a lo lejos mientras aparcaba la motocicleta. Venice observó el lugar con detenimiento, parecía que había más personas esa noche. El lugar era una antigua fábrica a las afueras de la ciudad, el gran edificio se usaba como club nocturno y el estacionamiento como pista para las carreras de motocicletas, o eso hasta hace unos años, Venice había convencido a su padre de comprar las tierras alrededor del lugar y expandir la pista para que ahora también se hicieran carreras de autos. En ese entonces Venice tenía diecisiete años, su familia se había mostrado reacia a dejarlo participar pero su padre le asignó ese trabajo. Su primer trabajo. Ahora era el encargado de todo el lugar.

El auto a su lado se detuvo con brusquedad. Era un Mercedes-Benz AMG GT de color púrpura oscuro totalmente personalizado. De él se bajó una mujer hermosa vestida completamente de negro, jeans, blusa y botas militares.

—Eres un hijo de puta. — le dijo la chica. —Me dejaste encerrada en el baño de esa apestosa gasolinera.

Venice asintió sonriendo.

—Tardaste mucho. —le restó importancia. —Además saliste de ahí solo tres minutos después. Lo cual marca un nuevo récord. Por cierto, ¿Cómo lo hiciste?

—Rompí la ventana. — se encogió de hombros.

Venice y su amiga se habían detenido en esa gasolinera para cambiar sus ropas, después de todo, no podían llegar a la pista vestidos como estaban.

—¡Chicos! Por fin llegaron.

Ambos observaron al pequeño chico acercarse. Si tuvieran que describir a Tete en una palabra sería delicado, todo en él parecía frágil. Tete era solo un año menor que ellos aunque se miraba muchísimo menor, Arima lo conoció cuando lo encontró en un callejón de mala muerte una noche, el niño estaba enfermo y desnutrido, también tenía indicios de haber sido abusado. Sin saber que hacer Arima lo llevó a su casa y le permitió quedarse con ella durante una semana mientras se recuperaba. El padre de su amiga notó la presencia del chico cuatro meses después de estar viviendo en su casa, el hombre no dijo nada y su amiga tampoco dio explicaciones. Después de ese tiempo Tete de alguna forma nunca se fue de sus vidas.

—¿Qué fue lo que pasó exactamente? —preguntó Venice apenas el chico estuvo lo suficientemente cerca.

—Fast llamó, dijo que se sentía muy mal y que no iba a poder correr hoy.

Eso era malo. Fast era uno de los favoritos, la gente seguramente ya había hecho sus apuestas. Si el dinero entraba no había forma de que saliera, y eso traería una horda de personas molestas dispuestas a todo por su dinero.

—Carajo. ¿Qué hacemos? —Arima miró a Venice. —No creo que podamos conseguir a un corredor de último minuto, y tampoco creo que eso les guste a las personas que ya apostaron.

Venice sabía eso. Tener corredores de reemplazos siempre era un dolor de cabeza.

—Hay otro problema...—la voz de Tete tembló un poco. —Caín está aquí.

Ese maldito infeliz. Caín era un idiota de talla mundial pero también era su apostador más fuerte, siempre que venía gastaba grandes cantidades de dinero no solo en las apuestas si no en licores y drogas. Le encantaba derrochar el dinero como si fuera su pasatiempo favorito.

—¿Ese idiota no estaba en prisión? Creo que miré que lo habían arrestado por abuso.

—Salió el día siguiente porque la víctima retiró la demanda. —Venice estaba seguro que la habían comprado o amenazado. —El señor Kuettre se encargó de todo.

𝐇é𝐫𝐢𝐭𝐢𝐞𝐫𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora