Capítulo 33

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—¡Fiesta en mi casa! Están todos invitados.

Los gritos eufóricos de todos los presentes no se hicieron esperar. La primera semana de clases había terminado y eso solo significaba una cosa.

—No olviden traer alcohol. No quiero ver a nadie sobrio está noche. Corran la voz.

La tan esperada fiesta de bienvenida, organizada tres años seguidos por Arima. El primer año la organizó por un reto de un chico de último curso, al principio nadie creía que sería una buena fiesta pero la chica se lo tomó muy personal y le voló la cabeza a todos. Durante el segundo año, el rumor de la fiesta épica organizada por los chicos de primero se esparció en toda la universidad y, de nuevo, superó las expectativas con creces. Y así Arima, Venice y Tete se ganaron los apodos de Dioses del Olimpo. Se escuchaban historias fantasiosas donde decían que los tres eran hijos del mismísimo Dionicio.

—Vas a irte con nosotros a casa, ¿Cierto? — dijo la chica observando a Venice mientras salían del aula.

Venice lo dudó un minuto. Quería ir a su casa, su papá y sus tíos habían organizado una comida familiar para celebrar a sus hermanos menores, pero tampoco quería dejar a sus amigos con toda la carga del evento.

—No lo sé. Hay un almuerzo en casa. —le respondió honestamente. —Puedo preguntar si los llevo y al terminar nos vamos juntos a tu casa, ¿Qué tal?

Tete asintió entusiasmado, amaba pasar tiempo con la familia de su amigo.

—Claro, eso sería increíble. —la chica sacó se celular. —Voy a llamar al idiota de Nick para que deje el alcohol.

Venice se rió mientras le enviaba el mensaje a su papá. Sin levantar la visita de la pantalla le dijo:

—¿Tu ex todavía es el que te surte el alcohol?

Arima gruñó.

—Pudrete. No es mi ex, solo nos enrollamos. Y maldita sea la hora en la que lo hicimos.

— Tú tienes la culpa, nosotros te dijimos que era mala idea.

Tete se ganó una mala cara en respuesta.

—Oye, me daba alcohol a mitad de precio solo porque se la jalaba de vez en cuando. —se encogió de hombros. —Me pareció un trato razonable considerando que su padre es el que exporta el mejor whisky del país.

Estaba más que claro que la china no necesitaba ningún tipo de descuento, sus amigos sabían que era una excusa que la hacía sentir mejor.

—Hasta que se obsesionó contigo. —recordó Tete.

—Si, una lástima. Pero valió la pena ver como se orinaba del miedo cuando Venice lo amenazó. Que buenos tiempos. — suspiró. —En fin. Esta noche vamos a poner en alto nuestro nombre. Y a recordarles porque somos sus dioses.

Tete sonrió mientras Venice negaba divertido.

En la salida del recinto los detuvieron un grupo de sus compañeros para hablar sobre la fiesta. Pronto lo que empezó con solo cinco personas se volvió un tumulto, había alrededor de quince cuerpos riendo y coqueteando con los tres sin descaro. Si eso hubiera pasado años atrás, le habría molestado, pero justo ahora le daba igual. Venice sabía que era atractivo, que venía de una familia poderosa y muy adinerada, que contaba con conexiones y un futuro bien asegurado. Así mismo su amiga tenía el mismo estatus, una mujer hermosa que emanaba sensualidad y poder, hija del mejor abogado del país, respaldada por el bufete de abogados más prestigioso y de alta clase. Tete, por otra parte, era uno de los chicos más atractivos que conocía, inteligente, educado y dulce. Y si bien no contaba con una familia sanguínea que lo posicionara, los tenía a ellos.

𝐇é𝐫𝐢𝐭𝐢𝐞𝐫𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora