•|CAPÍTULO IV|•

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Dianne Crimson

Desperté sintiendo cada músculo de mi cuerpo completamente adolorido. Era como si hubiera pasado las últimas horas haciendo ejercicio a un nivel sobrehumano. Gimoteé mientras trataba de comprender donde estaba. Parecía un salón, a través de los grandes ventanales cubiertos por visillos entraba la tenue luz del alba. El suelo estaba forrado por alfombras de estilo clásico y había un chico con gafas acostado en un sillón.

"Un momento, ¿George?" Pensé en cuanto mi mirada cayó sobre el joven.

No entendía que demonios estaba haciendo allí y aún menos, como había llegado al sofá de la que supuse era su casa.

No sin esfuerzo, me levanté del viejo sofá en el que estaba acostada, me envolví en las mantas que me arropaban y me acerqué a él. Comencé a moverlo suavemente tratando de despertarlo.

—George...hey...—El chico tenía el sueño pesado.—¡George!

El muchacho de cabello rizado abrió los ojos sobresaltado. Durante un minuto lo observé mientras terminaba de despertar y me enfocaba.

— Dianne, estás despierta.

— Obviamente, no hablo en sueños ni soy sonámbula— expliqué chorreando obviedad en mi tono.—¿Dónde diablos estoy, George? ¿Cómo he llegado aquí? Yo estaba durmiendo en la puerta de una panadería... ¿Y por qué demonios me siento como sin tractor hubiera decidido arrollarme sin piedad?

Por un instante pareció desconcertado por la retahila de preguntas que escaparon de mis labios. Su ceño se frunció y me miró torciendo el rostro, después habló:

— ¿No recuerdas nada de anoche?— cuestionó incrédulo.

—Claramente no, capitán obvio, si no no te estaría preguntando, ¿No crees?— Empezaba a exasperarme.

Se levantó del sillón y me enfrentó colocando ambas manos sobre mis hombros.

—Cuando te marchaste, salimos a buscarte— comenzó a contar.— Te encontramos un par de horas después tiraba en un soportal. Estabas helada, sufrías de hipotermia.— Parecía preocupado.— Entre Lockwood y yo te tragimos a la casa. Por eso estás aquí. Te duele el cuerpo por los temblores que trataban de mantener tu calor corporal anoche.

Pequeños destellos atravesaron mi mente. Hubiera jurado haber soñado con ellos mientras estuve inconsciente. Quizás no había un sueño después de todo. Una gran sensación de calidad se extendió por mi pecho reconfortádome.

— Pues... Gracias, George. Fuisteis muy amables por venir a buscarme y por ayudarme pero, ¿por qué?— El poco entendimiento de la situación podía notarse en mi voz.

— Era de noche, Dianne—concluyó tajante.— Nadie en su sano juicio te hubiera dejado fuera. Además no tuvimos oportunidad de hablar contigo, te fuiste muy rápido.

—¿Hablar conmigo? ¿De qué?

— Tu acento no es de aquí, no sé si somos tu primera opción de trabajo. Imagino que no.—No dejó que lo interrumpiera para explicarle en asunto.— La cuestión es que vienes de lejos y cuando apareciste en la puerta ayer, estaba claro que nos buscaste antes del ocaso porque necesitabas en trabajo desesperadamente.

— A ver... Desesperadamente...—intenté defenderme para que no pensara que no tenía más opciones.

Por experiencia, cuanto más solicitado esté un agente, más lo van a querer agencias externas.

— Seamos honestos el uno con el otro, Dianne.—Su petición sonó en mis oídos como una exigencia.— ¿Quieres o no un trabajo? ¿Lo necesitas?

Suspiré al tiempo que me abrazaba dentro de las mantas tratando de buscar el valor para suplicar una vez más. Me prometí a mí misma que aquella sería la última.

EMPATH •| Lockwood & co |• → Anthony Lockwood ←Donde viven las historias. Descúbrelo ahora