•|CAPÍTULO XXII|•

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Dianne Crimson

Lucy se había marchado. El agente Barnes me aseguró que ella estaría bien. La habían llevado a casa puesto que su "charla" con la otra agente había terminado antes y había solicitado volver. Aquello no me tranquilizaba.

No había motivos suficientes para que mi compañera hubiera decididio irse a casa sin mi. Quizás fuera por Lockwood, quien para mí desgracia, había insistido en esperarme para regresar juntos. Deseé que se hubiera marchado con ella.

La voz de mi estúpido jefe machacaba mis oídos mientras apoyaba la frente contra el frío cristal del taxi que nos llevaba de vuelta a Portland Row. Empezaba a dolerme la cabeza a causa del estrés y la tensión. Las ganas que tenía de girarme y lanzarle un puñetazo directo a su maldita bocaza empezaban a superar mi autocontrol.

— Has estado brillante, Crimson. Lo digo en serio...— lo escuché adularme.— No he podido oír mucho cuando me han pillado escuchando pero... Lo has puesto en su sitio. Estoy orgulloso.

No lo soporté más:

— ¡Pare el coche!— ordené violentamente.

Antes de que el pobre conductor hubiera frenado completamente en medio de la calle, abrí la puerta del vehículo y me alejé de allí. Necesitaba tiempo, espacio... Necesitaba pensar con claridad y aquel estúpido niñato parecía adorar el sonido de su propia voz.

Quise llorar cuando lo escuché llamarme a lo lejos y posteriormente lo sentí seguirme. Solo quería que me dejara en paz. Quería estar sola, elaborar un plan nuevo y tratar de acostumbrarme a él. Ya no estaría segura de nuevo, no al menos hasta que consiguiera destapar el encubrimiento del asesinato de mi familia. La única forma de volver a ser libre era llegar al final del asunto y dejar entre rejas a los bastardos que habían arruinado mi vida. Y por algún motivo... Sabía que resolver el caso de Anabelle Ward me dejaría un paso más cerca de la verdad. Solo que aún no sabía cómo ni por qué.

— ¡Crimson! — Lockwood gritó, pero yo no me detuve.— ¡Maldita sea! ¡Dianne, para!

— Déjame sola, joder. ¡No quiero escucharte! — aullé de vuelta aún sin detenerme.

— ¡Puedes no escucharme en el coche!

Antes de que me diera cuenta me había alcanzado, tomó mi brazo con fuerza y me hizo girarme para enfrentarlo. Me solté rápidamente y estuve a punto de empujarlo lejos de mí, pero él volvió a retenerme, esta vez sujetando mis brazos para acercarme más a él. Ambón respirábamos de forma acelerada y por un momento sentí que echaría fuego por la boca.

— Es demasiado peligroso estar aquí fuera, Crimson— su voz sonaba vagamente angustiada.— Volvamos al coche.

— Aquí el único peligro para mí, eres tú — espeté con franqueza mientras forcejeaba para soltarme.— No quiero ir a ninguna parte contigo, ¿no lo entiendes?

— Crimson...

— No, Lockwood.— Ya no gritábamos pero estaba claro que nuestras palabras estaban cargadas de dureza y severidad.— Estoy harta de tratar de meter algo de sentido común en tu cabeza. Estoy cansada de tener que lidiar con tu personalidad cambiante. Estoy agotada de soportar que en un momento me trates como a una más para que luego simplemente acabe siendo un recurso, algo de lo que te aprovechas para sacar un beneficio personal.

— Eso no es así y lo sabes.— La fuerza en su agarre disminuyó pero en ningún momento me soltó.

Sus ojos recorrían mi rostro con fiereza tratando de buscar un atisbo de duda en mi gesto. Pero no. No dudaba de que para él no era más que eso, algo más de lo que sacar provecho.

EMPATH •| Lockwood & co |• → Anthony Lockwood ←Donde viven las historias. Descúbrelo ahora